GUARDIANES DE LUCIFER
2.150 AÑOS D.C.
PREFACIO
No
todo se dio de manera inmediata, de hecho, cuando ocurrió la Tercera Guerra Mundial ni siquiera fue
entre los dos ejes de poder, Rusia-China y Estados Unidos-Inglaterra; todo lo
contrario, ellos fueron grandes aliados ante un enemigo superior. La guerra fue contra otros, contra ellos…contra la creación de nuestro
propio progreso, sumado a un adversario
que siempre estuvo allí, pero que con el pasar de los tiempos lo convertimos en
un mito.
Ellos se apoderaron de nuestras inteligencias creadas. Tales
inteligencias fueron llamadas durante mucho tiempo: inteligencia artificial, sin embargo, ellos jamás le consideraron
inteligencias artificiales, sino que les consideraron sus instrumentos
sagrados, instrumentos que tuvieron más de dos siglos esforzándose para que se
materializaran a plenitud y al fin estuviesen listos para ser usados como cuerpos.
El
infierno logró abrir por completo sus encadenadas puertas, Lucifer, El Hijo de
la Mañana ha desplegado sus fuerzas y ha conquistado a la humanidad en una
primera fase. Sus demonios ahora poseen los poderosos cuerpos de los
bioandroides, ellos son LOS GUARDIANES DE LUCIFER.
Capítulo I. El Cautiverio es
verde
*
Luego de la primera victoria de los demonios sobre la
humanidad, en lo que se llamó la Tercera
Guerra Mundial, los demonios y la mayoría de los dueños de las grandes
corporaciones transnacionales empezaron a tomar sitios privilegiados de cada
ciudad en los países conquistados para construir los Distritos Verdes o DV.
Estos son lugares que pueden albergar un máximo de quinientas mil personas,
incluyendo los demonios, aunque la mayoría de los DV se cuidan de no alcanzar su
capacidad máxima en población.
Allí el ambiente es casi verde en su totalidad, ya que
los árboles, el césped y la fauna abundan como si se tratase de un nuevo
paraíso; pero estos lugares también tienen suburbios ubicados en las periferias
en donde los pobladores viven al margen de las leyes del nuevo orden
Luciferino. Estos suburbios acogen a aquellas personas que no pueden pagar
todos los privilegios, no obstante, ellos son útiles para los DV, son
considerados las bacterias necesarias que necesita tener un organismo para su
correcto funcionamiento.
La “Unión de Corporaciones Humanas” (UCH), estaba
encargada de dirigir el nuevo orden mundial, y aunque tenía la palabra
“Humanas”, quienes estaban a la cabeza no eran precisamente humanos, sino los
bioandroides poseídos. La UCH coordinaba el trabajo de las transnacionales que
decidieron aliarse con los demonios a fin de salvar su estatus de vida y mantener
un mercado estable en el cual vender sus productos y servicios. No obstante,
hubo otras grandes empresas que sacrificaron sus ganancias y su lujosa forma de
vida en aras de la libertad, aliándose con La Resistencia.
El nivel de propaganda y lavado de cerebros por parte de
la UCH era magnífico y admirable, al punto que
los humanos que firmaron el convenio para vivir en los DV, estaban
dispuestos a defender con sus vidas esa forma
de gobierno. Muchos eran los que se alistaban en sus ejércitos, además, la
carrera de las armas y del orden público, eran las profesiones mejores pagadas
después de los agricultores, habiendo niveles de sueldo dentro de ellos, según
el rango, el riesgo o la complejidad de
alguna misión. Aunque el sistema del
nuevo orden parecía perfecto, también estaba lleno de corrupción, libertinaje,
contrabando, tráfico de drogas, prostitución, pornografía, alcoholismo y otras
formas de degradación humana. Pero aquella forma de vida sombría dentro de los DV
no era casualidad, era más bien algo planificado, era la forma de debilitar la
fuerza moral de los humanos, y, aunque las fuerzas del orden combatían contra
los pecados y crímenes —manteniendo la degradación humana al margen— también dejaban pasar mucha maldad. Era algo
muy parecido a la forma de vida de siglos anteriores, y seguiría siendo así
hasta conquistar por completo toda la humanidad, acabando con la resistencia en
la Tierra, la cual empezaba a ser cada vez menor, quedándose Dios con menos soldados para defender toda su creación.
**
En los DV hay dos
cosas que se castigan con la pena de muerte o el “destierro perpetuo”, y esas
son: conspirar contra el sistema para derrocarlo, ya sea por omisión, comisión
o simplemente no estar convencido de la nueva doctrina o albergar sentimientos negativos
hacia la UCH. La otra era la predicación o proselitismo de cualquier forma de
religión, en especial del cristianismo,
el judaísmo y el islam (las grandes religiones monoteístas), y también
cualquier doctrina política y filosófica para gobernar que haya sido usada en
el pasado; no obstante, se podía albergar en el corazón alguna creencia
religiosa dentro de las paredes de un hogar y solo por miembros de esa familia
y dos veces al año se les permitía a cristianos, judíos y musulmanes, reunirse
en sus templos por el espacio de solo dos horas a fin de adorar libremente
según los deseos de su corazón. Las UCH permitían esta especie de drenaje
religioso o espiritual para evitar una revolución, era algo parecido a la forma
de gobernar que usó el viejo imperio romano, el cual nunca quitó del todo las
costumbres culturales y religiosas de los pueblos conquistados. Las UCH también
conocían como usar las religiones en contra de la población, ya que una
religión puede convertirse, si se lleva mal, en una especie de morfina, que
adormece la valentía para la lucha contra un sistema tiránico.
Los vicios carnales estaban prohibidos terminantemente y
eran castigados con prisión, aunque las penas nunca superaban los quince años,
excepto el delito del asesinato, el cual se castigaba con treinta a cuarenta
años de cárcel. Pero en la práctica había mucha permisiva para pecar y delinquir. El nuevo orden proyectaba
subliminalmente los vicios carnales contra la juventud a través de propagandas
en el entretenimiento multimedia, ya que los jóvenes, según la historia, eran la parte de la sociedad con más valor
para derrocar cualquier forma injusta de dominación, es una chispa que enciende
una llama muy difícil de apagar, porque en la etapa de la juventud, contrario a
lo que se pensaba, están los niveles más altos de idealismo y altruismo, esto
acompañado de una producción química hormonal muy alta que puede suprimir casi
por completo el miedo.
En esta forma de orden mundial vivía Diana, una chica que contaba con tan solo veintiún años de edad, y
quien ya ejercía la profesión de
propagandista y vigilante de la UCH. Pero ella, como otros dentro del DV, no
eran súbditos de corazón, y eso era sumamente peligroso… ella lo sabía, sabía
que podía costarle la vida o el destierro perpetuo a La Oscuridad, como le llamaban Ellos
(los demonios) a los sitios fuera de los límites de los DV.
Uno de los trabajos de Diana consistía en vigilar que los
miembros de los hogares dentro un área asignada para ella, escuchasen el mensaje de paz durante la primera hora
de sueño. Esto era un audio que contenía música de relajación con sonidos delta
que hacía que el contenido principal pasase como algo bueno. En el contenido
principal había una elocuente y agradable voz que explicaba la causa de tanto
sufrimiento en la humanidad, en donde el Plan de Dios era el culpable, también
se explicaba que cualquier doctrina o ideología política y filosófica del
pasado que protegiese la justicia y la igualdad de los derechos humanos, eran
dogmas para esclavizarlos y manipularlos. Aquel audio tenía un breve pico de
angustia, miedo y frustración, el cual se disipaba con la voz del bioandroide
encargado de gobernar ese distrito verde. La familia o persona que omitiera
escuchar la hora del mensaje de paz era acusada de intentar conspirar contra la
UCH. La ley podía perdonar la omisión de escuchar el mensaje de paz hasta tres
veces, de allí en adelante significaba el destierro perpetuo, así de grave era
este asunto, así de sensible era el trabajo de Diana.
Eran tan poderosa en influencia, la hora de propaganda del
mensaje de paz antes de dormir, que muchas personas y familias fueron dejando
sus religiones, llegando a amar a sus verdugos, los cuales más tarde o más
temprano los conducirían a la segunda fase de dominación.
Diana tenía asignado sesenta hogares, era un trabajo
arduo monitorear tal cantidad de familias, esa labor de vigilancia la podía
ejercer un bioandroide de segunda generación pero tener a todos los humanos
ocupados era una mejor forma de mantenerlos vigilados a todos. Los bioandroides
de segunda generación eran usados más que todo para monitorear y prestar
seguridad en los suburbios, ya que podían ser programables a fin de cumplir
determinados objetivos.
Diana había encendido un cigarrillo blanco y se disponía
a vigilar a cada familia, las cámaras y micrófonos instalados en los hogares se
encendían a las diez de la noche por el espacio de sesenta minutos, hora en que
toda la familia debía estar durmiendo, a menos que por causa de trabajos
nocturnos, como el de Diana o por motivo de una eventualidad, la familia o
persona pospusiera la hora del mensaje de paz a otro momento de la noche, lo
cual tenía que justificar apropiadamente ante los líderes. Esta chica encajaba bien con aquel trabajo debido a que
nunca podía dormir bien en las primeras horas de la noche; era una típica
noctámbula.
Mientras revisaba los monitores observaba como una pareja
de viejitos dormían abrazados, aquella imagen la enternecía, ver como el amor aún
puede existir en medio de una tiranía disfrazada de oveja, ella nunca se había
enamorado, llegó a pensar que tal vez era lesbiana, ya que ni en la
adolescencia le gustó algunos de sus compañeros de liceo, y cuando llegó a al
Instituto Superior de la UCH tampoco se sintió atraída por sus nuevos
compañeros.
Mientras Diana seguía observando aquella pareja de
ancianos, se acercó Luis, un compañero de trabajo que traía un termo de café
negro y lo había colocado encima del panel de los monitores, los cuales eran
hologramas de catorce pulgadas de ultra definición.
— ¿Aun viendo a los Pérez?—preguntó Luis, quien le
llevaba diez años de diferencia a Diana. —Ya sabes… podemos estar así tú y yo
hasta que la muerte nos separe.
—Lo siento, aun no eres el último humano macho en todo el
planeta—respondió Diana con una leve sonrisa irónica en su rostro, destapando
el termo de café y sirviendo en su taza.
—Algún día Diana, algún día—susurró Luis y se quedó
viendo uno de los monitores. — ¿Qué están haciendo los Gamarra?—preguntó luego
arqueando una ceja.
—Están orando—Diana veía el monitor de los Gamarra y al
mismo tiempo sostenía con sus dos manos el café caliente con objeto de quitar
el frío de sus manos a causa del aire acondicionado en su cubículo.
—Pero ya sabes que…
—Sí Luis, sé que debo informar esa falta aunque por ahora
no lo es—Diana dio un sorbo a su café en una actitud pasiva ante el asombro de
Luis. —Hay veces que cuando Julia, la hija menor, tiene una pesadilla, no hay
manera de calmarla sino orando con su hermanita mayor y sus padres.
— ¿Y cómo carajo sabes eso?—seguía asombrado Luis.
—Ellos pasaron un informe a su líder inmediato,
explicando el motivo para hacer una excepción.
Luis pareció calmarse antes aquella justificación
expresada por su compañera, orar en medio de la hora del mensaje de paz se
consideraba un acto subversivo. Pero Diana mintió, no hubo tal informe,
simplemente conoció a los Gamarra en persona y ellos le expresaron toda la
angustia que sentía Julia en momentos de pesadillas.
Los propagandistas, específicamente los que tenían el
cargo de vigilantes, tenían prohibido bajo cualquier circunstancia hacer
contacto con sus vigilados, ya que ello podría debilitar la fuerza para
denunciar irregularidades a los líderes del orden y a la asamblea disciplinaria. Pero ella tomaba
aquellos tipos de riesgos en favor de los humanos, era una de sus formas de
luchar contra aquel sistema, y aunque era más el peligro de perder su vida que
debilitar a los biodemonios, era su forma de decirse a ella misma: “Ehhh,
mírame, no soy como ustedes, no les pertenezco, ni les perteneceré jamás.
En cuanto a Luis, él no la denunciaría, parecía tonto,
pero no lo era del todo, ella conocía sus delitos, él tenía debilidad por la
marihuana y por el material pornográfico que venía de La Oscuridad. La denuncia
de ella, supondría al menos seis años de prisión con trabajo forzado en los
centros de agricultura ubicados fuera de los DV, dónde se trabajaba desde las
seis de la mañana hasta las siete de la noche y con suerte se gozaba de dos
días libres al mes. Luis no le dio más importancia a aquello, no iba a dudar de
la mujer que lo hechizaba con su mirada.
Diana era una joven de estatura baja, 1,56 metros; pero
su esbelto cuerpo le hacía lucir más alta, su cabello era negro y rizado,
llegándole a la mitad de su espalda, su piel era color canela. Sus ojos
marrones como el café y parecían penetrar el alma de quien sea, y ella lo
sabía, sabía cómo usar tal poder en sus ojos. Luis, su compañero, era de media
estatura, solía pasar una hora diaria en el gimnasio virtual, ya que odiaba
sudar en la realidad, así que prefería colocarse los lentes de realidad virtual
y conectar todos aquellos cables que emitían impulsos eléctricos a sus músculos
de acuerdo al gimnasio ficticio que dibujaba el software. Si no fuese porque
era un imbécil y un pedante con sus músculos, a lo mejor Diana se hubiese fijado
en él.
Cuando se hicieron las dos de la madrugada, Diana y Luis
habían terminado su horario de trabajo, además de vigilar sus hogares asignados
del DV, también planificaban y diseñaban juntos el contenido de los hologramas
publicitarios de las calles, constantemente tenían que innovar, pero
básicamente era lo mismo, mensajes subliminales para amar a Lucifer, “la UCH es
la salvación”, “el viejo orden es la perdición”, siempre era la misma suciedad
procesada en empaques bonitos con mucho edulcorante.
De camino a casa, Diana y Luis fueron por otro café en un
bar que estaba en los suburbios, los hogares de las periferias no eran casi
vigilados, muy a pesar de ser una cantidad considerable, era un tercio de la
población e iba en crecimiento. A ellos no se les supervisaba si escuchaban el
audio del mensaje de paz antes de dormir, en teoría tenían que hacerlo, pero
por alguna estrategia no eran tan estrictos con ellos; sin embargo las fuerzas
del orden si patrullaban con mucha regularidad los suburbios, aunque la mayoría
de aquellos agentes eran corruptos, haciéndose de la vista gorda en muchos
casos, de hecho, hasta permitían predicar religión clandestinamente a los
habitantes de aquellos lugares donde el deseo de llevarse un pan a la boca era
más fuerte que el mensaje predicado.
El bar donde entraron Diana y Luis era apenas iluminado
por tres bombillos rojos y uno de luz amarilla que titilaba como si se fuese a
dañar. El lugar olía a cerveza agria, cigarrillos negros y a orina que provenía
de los excusados. El lugar era un asco, no había duda de ello, pero a Diana y
su compañero preferían aquel lugar donde no había ni cámaras ni micrófonos a tener
que estar en un bar con un dron sobrevolando sobre la mesa y revisando el café.
Luis había pedido una cerveza helada, había cambiado su
decisión de tomar café a última hora, Diana si pidió el café, uno bien negro y
espeso. Sacó un cigarrillo blanco de su bolso y lo encendió. El mesonero, que
hacía a la vez de barman y cajero, trajo lo solicitado a la mesa. En un rincón del
lugar había un hombre declamando versos románticos en compañía de un cuatro[1],
a quien nadie parecía prestarle atención, excepto un hombre obeso que sostenía
una jarra de cerveza y que celebraba cada declamación de aquellos tristes
versos de amor. El resto de las personas estaban dormitando sobre sus sillas,
como esperando que la noche y la cerveza fuesen eternas a fin de olvidar sus
miserables vidas.
Aquel lugar donde estaba ese bar era peligroso, era lo
que se conocía antes como Petare, muy cerca de la vieja avenida Francisco de
Miranda por donde pasaba el antiguo y abandonado metro de Caracas. Los
delincuentes y contrabandistas reinaban en aquellos sitios, pero el uniforme
azul marino que llevaban Diana y Luis
con las iniciales bordadas de la UCH disuadía a cualquier persona que
quisiera hacerles daño, incluso, las fuerzas del orden también respetaban ese
uniforme azul marino.
Diana había ordenado el segundo café y Luis llevaba la
cuarta cerveza helada, el alcohol le había destapado su deseo por fumar marihuana,
pero esa noche no tenía suficiente bitcoins para hacerse con un buen porro, era
un hombre de paciencia, esperaría por el pago de su quincena al igual que
esperaría por el amor de Diana.
Capítulo II
Llegó las 4: 30 am y el bar empezaba a quedar vacío. El
hombre de los poemas con el cuatro ya no estaba, en su lugar estaba un
comediante de tercera, al cual nadie le prestaba atención, excepto el mismo
hombre obeso que había aplaudido todos los versos del poeta y ahora reía a
carcajada cada chiste que contaba el artista del humor montado en tarima. Por
su parte, Luis ya estaba ebrio, pero aun podía llegar a su casa con relativa
comodidad. Diana ya quería largarse a su departamento, el cual estaba a veinte
minutos en bus por la autopista electromagnética. Además ya no tenía a nadie
con quien hablar, de estar sobrio Luis podía esperar hasta que rayara el alba,
su jornada de trabajo comenzaba a las siete de la noche. Los vigilantes eran de
los pocos profesionales que se podían acostar a dormir a la hora que quisieran,
siempre y cuando no faltaran a su trabajo y escuchasen la hora del mensaje de
paz al acostarse a dormir, para ellos existían otros vigilantes con horarios
rotativos que verificaban si cumplían con el mensaje de paz.
—Nos vamos Luis—ya es hora de ir a casa para dormir.
— ¡Quién, quién…ahh…ahh!—Luis contestó alarmado, estaba
dormido con medio cuerpo sobre la mesa, con dos docenas de botellas vacías que
le rodeaban. Embriagarse también era un delito que se pagaba con prisión, pero
el vigilante de Luis no informaba a su líder cuando éste llegaba ebrio a su
departamento.
Mientras Diana intentaba despertar a su compañero, tres
hombres altos y corpulentos con aspecto de criminales se sentaron a la mesa de
ellos. Dos de estos matones llevaban chaquetas negras de cuero y el otro una
fina camisa manga larga.
—Mira a quién tenemos aquí, a los propagandistas
vigilantes—expresó el hombre de la camisa de mangas largas, el cual era
caucásico, con un cabello y una barba rubia y desaliñada. Los demás hombres
parecían dos moteros sacado de los años setenta
del siglo XX.
—Vete al carajo Magín, no estoy de humor…no he dormido
nada—respondió con indiferencia Diana, sin dejar de intentar despertar a Luis.
—Carajo Luis, ¡levántate!—Diana echó cerveza helada sobre la cabeza de Luis, lo
que hizo despertarlo en un instante.
—Listo, listo Diana, nos vamos—Luis se repuso rápido,
aunque estaba algo tambaleante.
—Nosotros también nos vamos Dianita, me mandaron a
entregarte esto—dijo Magín, dejando un papel blanco cuidadosamente doblado y
con sello de cera.
Diana reconoció el sello, si sentía algo de sueño en ese
momento éste ya se había marchado. Luis en ese instante se había dirigido al
barman para pagar la cuenta, él notó que Magín le había entregado algo a Diana,
un papel, pero no se había fijado en el sello. Diana tomó el papel y lo metió
rápidamente en el bolsillo de su pantalón. Cuando por fin Luis pagó la cuenta
ya Magín y sus gorilas se habían marchado.
La ansiedad empezó a crecer en Diana, quería llegar a su
casa y desplegar aquel papel doblado para leerlo. Aquello solo significaba dos
cosas, o había sido descubierta en sus crímenes contra el sistema y, “Los
Clandestinos” le alertaban para que abandonara el DV o se le extendía una
invitación para realizar un acto de saboteo contra los biodemonios, de no
llevar a cabo el saboteo, sería delatada a la UCH como criminal por los delitos
de conspiración y sublevación. Sabía que estaba jodida, el miedo y la angustia
empezó a regarse por todo su ser.
Capítulo III
Había ciertas frases que estaban prohibidas en los DV,
decirlas o escribirlas en alguna parte representaba ocho años de prisión con
trabajos forzados, pero en los suburbios era otra cosa, estas palabras se podían
encontrar por muchas partes escritas en muros con grafitis o repartidas en diminutos
panfletos. La policía se hacía de la vista gorda, al menos en los bajos fondos
de los DV, solo capturaban a alguien si lo encontraban de infraganti. A Diana
se le venía a la mente una frase que leía con cierta regularidad: Prefiero una libertad peligrosa, a una
esclavitud tranquila, no sabía su origen ni quién era el autor original, se
pensaba que el cabecilla de Los Clandestinos era el autor, pero ella no lo
creía, aquella frase tenía que ser de alguien más, alguien que no vivió en
estos tiempos, seguro venía de algunos de los libros prohibidos por el sistema.
Lo cierto era que, en medio de la gran cantidad de cervezas ingeridas y su
laberinto mental, aquella frase se le repetía en la mente, una y otra vez, y le
brindaba algo de sosiego para el peligroso paso que tenía que dar, ella sabía
que tarde o temprano tenía que romper con aquella esclavitud tranquila llena de
placeres por una libertad incierta y llena de peligros, pero que al fin y al
cabo era eso: Libertad.
Eran casi las seis de la mañana cuando Diana se dirigía a
tomar un bus en la autopista electromagnética, ya los autobuses y demás
vehículos no usaban ningún combustible de origen fósil, a menos que fuesen los
vehículos de guerra que se usaban fuera de los DV y éstos solo usaban gasolina
y gas natural. El parque automotor era electromagnético, las autopistas usaban
el mismo principio de los primeros trenes electromagnéticos de comienzos del
siglo 21, la diferencia era la espaciosa autopista con magnetismo, la cual
estaba diseñada para ofrecer autonomía a los conductores. Los vehículos tenían
un sistema dual de ruedas para las calles de los urbanismos y de placas
electromagnéticas para las autopistas de transporte masivo.
En la parada donde se encontraba Diana había al menos una
docena de vendedores ambulantes que ofrecían la biblia en libros específicos,
por ejemplo, vendían solo el libro de Génisis o el de Lucas, ya que ello les
producía más ganancia y además era más fácil de esconder para sus clientes.
Otros vendían cigarrillos negros del verdadero y nocivo tabaco, otros vendían
capítulos de libros de literatura censurados como Los Miserables, Don Quijote
de la Mancha, 1984, El Príncipe y Cien Años de Soledad; y también estaban los
que vendían comida rápida con condiciones sanitarias mínimas. Diana solo
decidió comprar un café negro grande que le costó un cuarto de bitcoin. Ya no
existía el dinero físico en ninguna expresión, ni en metal ni en papel. Se
pagaba en forma electrónica, ya sea por chip o por la red; pero es necesario
decir que existía un mercado negro de bitcoin, una persona podía adquirir
bitcoin negros los cuales servían para ser usados en los suburbios y en los
límites de los DV y fuera de ellos. La UCH sabía de estas transacciones
ilícitas, pero le brindaba al sistema una especie de lubricante para que el
engranaje de su economía pudiese funcionar con normalidad en momentos cuando
había una fuerte contracción en el mercado legal. Así que, el mercado negro
servía de especie de rueda de repuesto mientras se estabilizaba los bancos de
las UCH.
Aquel café negro comprado a un vendedor ambulante le
brindó a Diana un poco de estímulo para poder concentrarse de camino a su casa.
Un gran autobús hacía su parada. Diana cargaba prácticamente con Luis, quien
estaba completamente ebrio. Lo ayudó como pudo a tomar asiento y después se
sentó a su lado. El trayecto sería entre veinte a veinticinco minutos para
llegar a sus hogares. Ella no podía darse el lujo de quedarse dormida ya que
Luis lo estaba por completo, si decidía dormitar un rato podía llegar al otro
extremo del DV a una hora de su hogar en electrobús.
Diana se había colocado del lado de la ventana para
contemplar lo hermoso y ecológico que era el DV donde vivía. Era tal la
cantidad de árboles y césped que las aves abundaban por todas partes y sus
cantos brindaban estímulo matutino para empezar el día con mucho optimismo.
Pero todo era una especie de espejismo, los biodemonios sabían de la fuerza
atractiva que tenía los DV, eran como un Jardín
de Edén acompañado de una tecnología de punta y de un urbanismo que
respetaba la ecología. Después de todo, el infierno de Dantes no se parecía en
absoluto a esto, no obstante, esto tenía un precio, que tarde o temprano el
Príncipe de las Tinieblas empezaría a cobrar.
Luis se movió en su asiento tratando de estar más cómodo,
pero lo que logró fue incomodar a su compañera ya que apoyó su pesada cabeza
sobre el hombro de Diana, pero ella lo empujó hacia el otro lado. La marihuana
y la gran cantidad de alcohol tenían
totalmente anestesiado a Luis.
Finalmente el electrobús llegó a la parada esperada por
Diana. Luis empezaba a volver en sí. Ambos vivían en el mismo edificio, Diana
en el piso 14 y su compañero en planta baja. Los departamentos eran pequeños,
pero sumamente confortables. Tenían solo una sala y un pequeño baño, pero la
sala podía convertirse hasta en cuatro cosas a la vez: en cocina, dormitorio,
comedor y sala de estar. Tenía un sistema compacto y empotrado que quedaba guardado
en las paredes y otra parte en el piso. Con solo presionar un botón, el
dormitorio se guardaba y salían los muebles de la cocina con su estufa, aunque
también se podía combinar dos salas a la vez, por ejemplo, se podía hacer una
sinergia entre sala de estar y dormitorio, o dormitorio y cocina. Todo quedaba
a gusto del inquilino o el dueño del departamento. Había grandes apartamentos
en el DV, cuyo espacio era lo convencional con salas muy amplias; pero Diana y
Luis apenas podían pagar la renta de sus pequeños departamentos con el sueldo
de propagandistas; no obstante, sus pequeños hogares eran unos palacios en
comparación con las pocilgas de los suburbios.
Cuando Diana llegó a su departamento, el cual estaba en
combinación de cocina con dormitorio, se empezó a preparar para dormir algunas
horas, o por lo menos hacer el intento de dormir y así descansar un poco. No
podía sacar de su mente aquella angustia de tener que matar a un ser humano y
menos de esa manera en la cual se lo estaban pidiendo. Empezó a pensar en frío
toda la situación que se le presentaría al momento de matar a su jefe. Mientras
seguía analizando aquel escenario, se había quitado su uniforme azul marino del
trabajo, quedando solo en su ropa interior. Se metió en su pequeño baño y comenzó
a quitarse toda la suciedad de ese día, el agua estaba caliente, lo que le
brindaba un gran relax a sus músculos, su hermoso cabello negro y rizado con el
uso del champú y el peso del agua se hizo lizo temporalmente. Esos minutos en
la ducha fueron como irse a otra dimensión.
Luego de bañarse obtuvo una sensación regeneradora, se
colocó su bata de baño y se dirigió a la cocina para desayunar algo. Sacó una
pequeña arepa deshidratada con queso y jamón de pavo y la metió en el
hidratador[2].
Sirvió sumo fresco de naranja en un vaso y cuando la arepa estuvo lista y
caliente después de dos minutos, empezó a desayunar.
Luego que tomó su desayuno se quitó la bata de baño y se
puso su ropa más cómoda para dormir. Prendió el audio de la hora del mensaje de
la paz y se fue entregando en los brazos de Morfeo[3],
sabía que había una situación de alarma en su vida, pero tenía que dormir, era
mejor afrontar lo que vendría con la mente descansada.
Capítulo IV. Un Biodemonio
llamado Preitor
Su nombre es Preitor, es un demonio dentro del cuerpo de
un admirable y hermoso bioandroide. Es el líder de todos los distritos verdes
en Venezuela y Colombia, y es además el comandante general de las Fuerzas de
Guerra de los territorios antes mencionados. Su aspecto físico es el de un
español con fuertes rasgos árabes, sus ojos negros absolutos son como los de
todos los bioandroides, su cabello es lacio y largo y siempre lo tiene sujeto
con una cola y casi siempre va vestido con un elegante traje militar de color
negro de excelentes cortes a su medida.
Preitor tiene dos obsesiones: la primera es encontrar a
Alma y la segunda: acabar con la vida de Laurus, quién es el único capaz de
impedir que lleve a feliz término su primera obsesión. Ahora bien, de Alma se
sabe poco, ella es todo un enigma y se comporta como si fuese un fantasma. Lo
poco que se sabe de ella, es que por alguna razón permanecerá escondida entre
Venezuela, Colombia y Brasil, tres territorios con grandes extensiones
amazónicas. Y de Laurus, de él se sabe
que está ubicado en el norte de Venezuela, así lo señalaban los últimos
informes de inteligencia de sus Fuerzas de Guerra.
—Comandante Preitor, el tiempo se agota para usted.
Pronto será despojado de su cuerpo físico si no consigue a esa bioandroide
(Alma), y tendrá que volver al Hades por muchos años más. Nuestro Príncipe ha
confiado en usted esta misión, sois el mejor. Pero sepa que allá abajo (en el
Hades), hay cientos de miles esperando por una oportunidad como esta.
—Entiendo, general Silas—dijo Preitor.
El general Silas
es un poderoso demonio muy cercano a Lucifer, aunque muchos no conocen su
origen, se dice que fue uno de los Hijos de la Mañana. Él está a cargo de todo
el continente americano y del continente oceánico y dirige personalmente la
Policía Luciferiana, un órgano encargado de vigilar exclusivamente a los
biodemonios. Aunque Silas no es el líder máximo de Lucifer sobre La Tierra, es
quizás su soldado de mayor confianza.
—Preitor, mi estimado compañero—el general suavizó su manera
de dirigirse al comandante de Venezuela y Colombia—. Sé que ese androide sin
alma te ha dado lucha, ¿cómo es que se llama?
—Laurus, mi general.
—Ese mismo…, Laurus.
Los demonios no sabían cuál era la procedencia de la
aguda inteligencia de Laurus ni de su profunda lealtad hacia el Plan de Dios. Algunos especulaban
que se trataba de un Ángel Espiritual que lo había poseído y que el nombre de ese ángel era Axel, mano
derecha del Ángel Gabriel, el mismo Gabriel que anunció el nacimiento del
Mesías y de quien se rumoraba que podía revelarse directamente en contra del
Ángel Miguel, quien era comandante supremo de la legión de ángeles celestes.
Pero jamás sabrían la verdad a menos que el mismo—Laurus—lo confesara, si es
que fuese Axel.
El General Silas hablaba desde el territorio de Los
Estados Unidos, pero estaba sentado frente a frente a Preitor, y era gracias a
un avanzado holograma que apenas tenía diferencia entre la presencia real y la
virtual.
—Preitor, tengo confianza en ti y nuestro Príncipe
también. Sé que encontrarás a Alma y acabarás con ese renegado, con ese error
del sistema.
>>Me tengo que ir, tengo asuntos que atender ahora
mismo en Nueva Zelanda. Te deseo éxito, y has lo que tengas que hacer para
cumplir con tu sagrada misión.
El general se despidió y el holograma se desactivó.
Preitor se quedó reflexionando un instante sentado sobre su silla. No quería
volver a experimentar la sensación de no poseer un cuerpo, al menos un cuerpo
estable que no rechazase su espíritu. Y jamás quería volver a caer tan bajo
como cuando poseía los cuerpos de los cerdos en Israel. Ahora tenía que pasar a
la siguiente fase, y esa era salir él mismo fuera de la comodidad de su DV para
buscar a Alma.
—Comuníqueme con el coronel Falcón—solicitó Preitor a
través de su pulsera, un sofisticado dispositivo de comunicación que podía
tomar todas las frecuencias del radioespectro
del planeta y además tomar señal satelital.
El coronel Falcón, es un oficial humano altamente
eficiente en operaciones de combate contra La Resistencia, conoce a la
perfección sus tácticas de guerrillas y su manera de pensar, porque él mismo
perteneció una vez a ellos. La lealtad de este coronel había pasado todas las
pruebas, y debido a ello, se le había prometido un lugar especial cuando
Lucifer reinase totalmente sobre la Tierra.
—Ordene, comandante ¿en qué puedo servir?—contestó Falcón
a través de su brazalete, en el cual estaba desplegado un pequeño holograma con
la imagen de Preitor.
—Quiero que reúna un comando de élite con apoyo de drones autónomos y piloteados.
Vamos a encontrar a Alma.
Lo que le pedía Preitor a Falcón no era nada nuevo, pero
había algo en el tono del comandante que no estaba bien.
—Entendido, comandante—contestó Falcón.
—Y quiero que prepare mi vehículo de exploración—añadió
Preitor.
—No entiendo, comandante…Usted…
—Sí coronel, yo iré a la cabeza del grupo que usted
forme. Saldremos mañana mismo, ante que los gallos canten.
—Entendido, comandante. Ya está hecho.
Falcón se sentía orgulloso de salir con su comandante,
pero también iba a estar preocupado por su seguridad. De enterarse los
guerrilleros de La Resistencia que Preitor saldría de la seguridad de su DV,
harían todo lo posible por acabarlo, o peor aún, intentarían tomarlo como
prisionero.
Después que Preitor se hubo comunicado con su mejor
coronel, había abandonado su despacho para ir hasta su aposento, el cual era
una muy amplia habitación que reproducía en parte a la naturaleza primaveral y
la combinaba con la mayor tecnología avanzada en cuanto al confort y ergonomía.
Allí se relajaría e intentaría poner su mente en blanco durante las pocas horas
que quedaban para salir a una misión de la cual no regresaría sino hasta
cumplir su objetivo.
La habitación del comandante Preitor era todo un
santuario, todo lo contrario a una habitación de algún demonio que hayamos
podido imaginar, es decir, no había oscuridad, ni molestos olores a azufre, no
había desorden ni cosas siniestras como cruces volteadas. No había altares de
sacrificios de animales ni de humanos. Su habitación era tan pura y llena de
naturaleza que hasta un antiguo monje del Tíbet podría sentir envidia de ese
lugar. El piso de su cuarto era una armoniosa sinergia entre arena blanca,
grama y granito, así que se podía disfrutar de andar descalzo. Había un pequeño
riachuelo artificial que terminaba en un estaque de peces y este estaque estaba
cubierto en su fondo por cristal, de tal modo que en el piso inferior de
aquella paradisiaca habitación se obtenía la vista completa de los más variados
y hermosos peces de Venezuela. En el ambiente había un fino olor a rosas y
otras flores, también había un perfecto sonido envolvente de música clásica.
Preitor se había acostado en una exquisita hamaca de finos tejidos ancestrales
y escuchaba a Beethoven mientras el
canto de algunas aves que colaban en su habitación, añadían sus melodiosos
cantos.
Preitor, dentro de su paradisiaco aposento tenía hermosas
mujeres y también hermosos hombres que hacían de siervos. Pero estos siervos no
eran una servidumbre sexual, porque ese lugar era santo, la lujuria estaba
destinada para esclavizar a los humanos o hijos de Dios, no para los demonios,
que en realidad eran ángeles, con la diferencia de que ellos estaban en contra
del Creador y de su Plan. Ahora, el cuerpo de Preitor tenía el poder de la
sexualidad, y también el poder de procrear, siendo uno de los pocos con tales
privilegios, más sin embargo, él podía
ejercer el poder del autocontrol.
El comandante cerró sus ojos para reposar y meditar.
Pronto se jugaría su destino, no deseaba volver a aquel infeliz lugar destinado
para los demonios. Había jurado no volver jamás al Hades. La humanidad rebelde
pronto conocería de cerca la crueldad y la inteligencia de este siniestro ser.
CAPÍTULO V. LA ENTREVISTA CON
LAURUS
Hoy 28 de Julio
del 2150 DC, en Caracas-Venezuela, me encuentro al lado del bioandroide más
buscado por estas tierras. Le dicen Laurus, aunque su nombre de fábrica es
RH-3000, pero él prefiere que le llamen Laurus, simplemente Laurus. Y hoy,
cuando son las 17:00 horas de la fecha y el año antes mencionado, él tiene que
contarme como empezaron a suceder las cosas. Solo espero, que yo pueda sobrevivir para escribir lo que este maravilloso
ser tiene que contarme.
—Laurus, sé que no tenemos mucho tiempo, ojalá podamos
contar con 72 horas. Solo te quiero recordar que soy un humano y necesitaré
algunas horas de sueño para reponer mi sistema nervioso—le comuniqué al
RH-3000, que lo único que le diferenciaba de un humano era el serial que estaba
tatuado en laser en su frente, además de sus ojos color negro absoluto,
careciendo de la parte blanca que tenemos los humanos alrededor de la córnea.
Encendí un cigarrillo blanco y estaba preparado ya para
tomar notas.
—Bien Trejo, intentaré contarte todo desde el principio.
Realmente siempre estuvimos en los planes de Ellos (Lucifer y sus huestes) durante mucho tiempo, aun antes de la
creación—dijo Laurus, que también había tomado uno de mis cigarrillos blancos y
expedía humo como si se tratase de un guerrillero cubano del siglo XX. —Trejo,
¿crees que el mundo y el universo entero sean binario?—me preguntó y lo hizo de
tal manera que parecía que el entrevistado era yo y no él.
— ¿Te refieres a que solo existen dos bandos? ¿El bien y
el mal?
— Sí, a eso me refiero.
—Pues no. Creo que hay muchos colores en este universo,
me niego a creer que solo exista el blanco y el negro como colores
únicos—respondí con seguridad en lo que estaba contestando. — ¿Qué me dices tú,
Laurus? ¿Crees que solo hay dos caminos?, ¿el bien y el mal, cómo el Ying y el
Yang?
—Trejo, no solo creo que hay solo dos caminos, estoy
convencido de ello. Es como los polos magnéticos de la tierra, solo hay dos,
aun cuando estos se invierten cada cierto periodo de tiempo.
— ¿Qué me dices de la neutralidad? Dentro de un átomo
están las partículas negativas y las positivas y, está otro grupo, las
partículas neutrales.
—La neutralidad es
el lado inerte del todo, ni bueno ni malo, por tal razón carece de energía, de
fuerza. Pero esta neutralidad pudiese convertirse en positivo o negativo.
—Nos estamos desviando del asunto y sabes que no hay
tiempo para la filosofía. Tus enemigos vienen por ti, al parecer eres el
elegido. Así que, cuéntame sobre la vida antes de este mundo, háblame de
aquella guerra.
—En primer lugar, debes saber que hay varios tipos de
guerras, no siempre la guerra se hace con la espada y la pólvora.
Cuando Laurus dijo esto se levantó para ir por un vaso de
agua fría del viejo y oxidado dispensador que yo conservaba de mi abuelo. Al
pararse no pude dejar de admirar su larga catana encajada en la vaina que
llevaba detrás de su espalda.
Después de tomar agua se sentó nuevamente en la silla que
estaba frente a mí, sacó su pistola automática
cromada y la colocó sobre la mesa, cerca de dónde tenía mi dispositivo
de grabación de audio-video, y dijo:
—La guerra con espada y fuego es el último recurso que se
tiene para defender algún argumento, sea bueno o sea malo—“Otra vez me saca en
cara su mundo binario del bien y del mal”, pensé. –Pero ya sabes que está la
guerra psicológica, económica y ambiental, por solo citarte algunas, y desde
luego está la guerra de argumentos, conocida como debate.
El RH-3000 hizo otra pausa, esta vez para prender otro
cigarrillo blanco. Cerró los ojos un instante y volvió a exhalar humo.
—Y ésta fue el tipo de guerra que se dio en Los Cielos
antes de ser poblada la Tierra—expresó Laurus, dando otra calada al cigarrillo.
— ¿Tú dices que no hubo espadas en esa guerra?
— ¿Cómo puedes matar a un espíritu con una espada?—me
preguntó, y confieso que aquella simple
pregunta que a la vez era una respuesta, tenía lógica. —Ya debes saber que los
hijos e hijas de Dios no tenían cuerpo de carne y huesos, ni tampoco los del
otro bando. El cuerpo que poseen los humanos solo lo pueden tener al ser
gestados por una mujer, sin importar el planeta donde tenga que nacer.
— ¿Y la espada de San Miguel?
—No todo es literal en el libro que ustedes suelen llamar
Biblia. También es un sentido figurado, la espada era la idea de Miguel, su
verdad, su testimonio y certeza de que lo que defendía era lo correcto, El Bien. Era su fuerza viva, su gran
poder de convencimiento para mantener a los buenos del lado de Dios y también
para alinear hacia ellos a los no alineados o como dices tú: los neutrales. Aunque
también hay una espada física del Ángel Miguel y es un arma admirable.
La tarde empezaba
a caer y el sol mostraba sus últimos rayos de ese día, su color era una mezcla
de amarillo con naranja que se filtraba por la ventana del viejo edificio donde
nos encontrábamos. Mientras tanto, a pesar de que estaba grabando la entrevista
también tomaba notas en mi cuaderno físico de apuntes que también era mi diario
a la vez. Escribía con mi bolígrafo escáner, una pluma que puede escanear y
guardar en su memoria todo lo que escribo en forma digital según el modelo
donde plasmo mis letras. Su tinta es de larga duración, pero apenas me quedan
dos delgados y finos toneles de tinta y, no quiero dejar de escribir en físico
lo que este interesante ser me tiene que contar.
Soy de Mérida, una
región al occidente de Venezuela en plena cordillera Andina. Solía ser una
especie de periodista para un grupo de comunicación clandestino llamado: Libre
Pensamiento. Soy un reportero amante de lo clásico, de la vieja escuela y del
viejo mundo. Si fuese de la época del viejo mundo hubiese sido un reportero de
investigación, tal vez de esos que hicieron estremecer a los millonarios y
poderosos de la Tierra.
Dentro de los Distritos Verdes, zonas controladas por
Satanás y sus demonios, el mundo parce ser perfecto, no hay maldad aparente, y
es porque no existe la libertad de escoger, desde mi punto de vista, para
alguien que lleva el periodismo en las venas, es solo un mundo aburrido. No sé,
pero parece ser que la maldad brinda equilibrio al bien, si el bien se apropia
de todo se convierte en una pesada cadena de aburrimiento, en una vida mecánica
y repetitiva. Todo esto parece
confuso, lo sé, hablar de que en el reino de Satanás rige el bien es una
completa incoherencia; lo cierto de esto es que soy un desertor de un Distrito
Verde, soy un rebelde, un renegado o como dicen ellos: un enemigo del orden.
Cuando los gobiernos de este planeta decidieron
unirse de una vez por todas—durante los tiempos del viejo mundo—apartando a un
lado los falsos orgullos nacionalistas, sus religiones, culturas y su sed de
consumir todos los recursos de la Tierra, llegó la verdadera y absoluta paz al
planeta y ello fue a causa de la última oportunidad que se tuvo de salvar el
mundo cuando el recalentamiento global derritió una parte importante de los
polos aumentando enormemente el nivel de los océanos, así que grandes ciudades
desaparecieron para siempre, tales como: Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires,
Río de Janeiro, Lima, Sídney, Barcelona, Lisboa, Tokio, Pekín, Seúl, La Guaira,
Manila, El Cairo, Tunicia; y Holanda en su totalidad como país. Así que fue
allí cuando las grandes potencias bélicas dieron su brazo a torcer. Lo primero
que hicieron fue invertir todo el dinero del presupuesto militar en aplicar
energías alternativas que no emitieran CO2 a la atmosfera. La reforestación del
planeta se multiplicó exponencialmente, en diez años se podía ver verde en casi
cada parte donde se estuviese. Los océanos empezaron a recuperar su salud y su
producción del 50% de oxígeno de todo el ecosistema a través del fitoplancton.
Por otra parte, se controló el fenómeno de la
superpoblación, llevando a cabo lo que una vez se aplicó en china, donde solo
se podía tener un hijo por pareja. Controlar el alto índice de natalidad fue
una de las tareas más difíciles, ya que chocaron miles de culturas y creencias
religiosas. Pero ya los recursos naturales y el oxígeno del planeta no daban
para más. Era eso o la extinción de la humanidad a causa de la superpoblación.
Pero para bendición de la humanidad, de tener un solo hijo, se había aumentado
el permiso de procrear un máximo de tres hijos, esto luego que se frenó la tasa
exponencial de nacimientos.
La prosperidad y la paz mundial trajo consigo más tiempo
de ocio. Se necesitaba resolver el asunto de los trabajos más forzados y de
alto riesgo, esos trabajos que llevaron a cuesta millones de humanos durante
milenios. Se quiso hacer una sociedad más justa y para ello se tenía que
eliminar aquellos trabajos duros y denigrantes, porque ya los siempre sectores
bajos y explotados de la sociedad estaban a punto de revelarse después de tanta
presión. Fue allí donde la computación cuántica, la inteligencia artificial y
el desarrollo de células madres tuvieron su más alto pico de progreso en toda
la historia. Llegó el Proyecto Edén,
la creación de androides con inteligencia
autónoma y características físicas semejantes a los humanos. Al principio se
crearon toscos robots carentes de nuestra gracia, aunque muy eficientes en
realizar nuestras más duras y complejas actividades. Pero la empresa Japonesa Cybercells y su competidora, la empresa
brasilera Human Life, unieron sus
tecnologías para desarrollar el primer androide con un esqueleto, piel y
órganos 60% similar a los humanos. Los brasileros y japoneses lograron a través
de las células madres, la inteligencia artificial avanzada y la computación
cuántica, crear un ser que obtuviera su energía a través de la glucosa, grasas,
proteínas y aminoácidos; todos ello en combinación con el aporte del oxígeno respirable del ambiente.
Todos los órganos humanos fueron creados con solo células
madres, excepto uno que no pudo desarrollarse, y ese órgano fue desde luego el
más complejo de todos, el enigma y laberinto de todos los científicos a través
de todas las épocas: el cerebro, la computadora más poderosa y veloz que haya
existido jamás. Pero aun así se hizo uso del mejor desarrollo de la informática
cuántica con la correspondiente nanotecnología y la manipulación de las
partículas atómicas para el envío de datos a través de súper conductores. Los
japoneses y brasileros no descansaron hasta lograr un cerebro humano, o algo
parecido, algo que pudiese trabajar a partir de materia biológica. Fue allí
donde vino el Proyecto Laurus, la creación del primer computador con materia
biológica el cual tenía un enorme parecido a nuestro cerebro humano. Desde allí
se marcó un hito en la creación de androides, la raza humana tendría sus
mejores aliados, seres semejantes a ellos dispuestos a ayudarlos en las más
complejas y difíciles tareas. Seres que aumentaban sus habilidades y
versatilidad debido a que tenían la capacidad autónoma de aprender, de
construir su propio aprendizaje con la guía, por supuesto, de humanos
especialistas.
Ahora bien, a primera vista todo este desarrollo en
tecnología de androides parecía una creación exclusiva de la humanidad, pero al parecer todo ello nunca fue un plan
de la humanidad en sí, sino que todo estaba en los planes de seres que poseían
nuestra inteligencia pero que no tenían cuerpos de carne y hueso para materializarse
y formar parte de la sociedad humana. Esos seres son los que comúnmente se
conocieron como demonios, los cuales conspiraron por muchos siglos para tener
sus añorados cuerpos y al fin poder reinar sobre toda la Tierra.
— ¿Por qué ellos te buscan a ti, Laurus?
—En el fondo no me están buscando a mí.
—Entonces, ¿a quién?
—Buscan a Alma
— ¿Quién es Alma?
—Alma es el primer androide con todas las características
humanas, sin embargo, es por una cosa en particular que se le busca.
— ¿Por su cerebro?—le pregunté lleno de curiosidad.
—No, no es por eso. Es por su capacidad de llevar vida
adentro. Alma es una ella, una mujer. Alma es la primera y única androide capaz
de ser fertilizada con espermatozoides, y a partir de allí crear vida.
Lo que acababa de escuchar me sobrecogió por completo.
Esta vez el que se levantó de la silla fui yo para ir en busca de un vaso con
agua, realmente no tenía sed, solo quería meditar y sopesar un instante lo que
acababa de escuchar. Intentaba digerir lo que Laurus me acaba de decir. Luego
de beber agua me volví a sentar, Laurus encendió un cigarrillo y me lo pasó,
intentando así calmar mi impresión.
— ¿Me estás diciendo que uno de ustedes puede formar vida
humana dentro de su cuerpo?—pregunté con el cigarrillo en mi mano derecha pero
aun sin darle la primera calada.
—Exacto Trejo. Y no sólo eso, Alma tiene las
características de Eva, la primera mujer. Es decir, no hay transmisión de
código genético de antepasados. Si Alma llega a engendrar un ser en su vientre
será un súper humano, con una inteligencia pura y un cuerpo perfecto. Y ese
cuerpo lo quiere…
— ¿Lucifer?—pregunté completando la frase.
—Exacto.
— ¿Y qué papel juegas tú en todo esto?
—Yo soy el protector de Alma, su guardián. Pero también
soy el primer androide en crear espermatozoides.
“¡Carajo!”—Expresé
para mis adentros. — ¡Entonces tú serías el Adán!—exclamé luego.
—Sí, tengo ese poder, de ser un Adán; aunque no soy el
único. Existen tres androides más que tienen ese poder, la diferencia es que
ellos están poseídos por tres demonios y uno de ellos lidera el Sector 5[4].
Después de
las últimas palabras de Laurus, éste, de
manera rápida y repentina, me arrojó una especie de manta con una fina tela. A
la vez percibí el tintineo de una pequeña luz roja de lo que parecía ser un
dispositivo de comunicación que estaba colgado en su chaleco blindado.
— ¡Vienen!—expresó Laurus y mi corazón empezó a latir con
fuerza.
El bioandroide me
indicó que me cubriera por completo con aquella manta y que me ocultase en
alguna parte, después tomó de la mesa el dispositivo de grabación y se cubrió
con otra manta al igual que sus dos compañeros humanos quienes eran a la vez
sus escoltas.
—No te descubras—me ordenó el androide y al mismo tiempo
empecé a escuchar ese aterrador y molesto sonido de los drones buscadores por
todo el viejo y abandonado edificio donde nos encontrábamos.
Capítulo VI
Se podía ver a través de la manta aunque con opacidad. Me
había ocultado en mi cuarto, pero dejé la puerta entre abierta para ver qué
pasaba a continuación.
Los drones se sintieron más cerca, uno de ellos
sobrevolaba alrededor de las ventanas de mi apartamento, las cuales tenían viejos barrotes de metal oxidado. “Nadie escapa de ser detectado por
aquellas malditas máquinas sofisticadas”, pensé. Casi al instante también se
sintieron drones muy cerca de la puerta del departamento.
A través de la abertura de la puerta de mi habitación
podía ver a aquellos guerreros cubiertos completamente con las misteriosas
mantas. Yo empezaba a sentir frío, y
sabía que esa baja temperatura no provenía del viento que entraba por las
ventanas; eran las mantas, sentía como mi temperatura corporal empezaba a
descender. Laurus y sus guardaespaldas estaban alerta a que se abriera la
puerta. Nunca en mi vida había presenciado un combate, al menos no uno de cerca,
porque siempre he sido un rebelde escurridizo.
He pasado mis últimos años escondiéndome entre los
escombros de este edificio, pasando por desapercibido. Aquí en el barrio 23 de
Enero solo queda piedra sobre piedra, los escasos habitantes que
permanecen perdieron sus esperanzas en las últimas batallas, solo se dedican a
recibir las migajas de los DVs (Distrito Verde en forma plural). Los DVs son todo un oasis debo confesar, pero
para estar allí hay que pertenecer a ellos, “¡Que se vayan al carajo!, prefiero
este lugar a ser comandado por esos seres oscuros”, me dije. Empecé a sentir
ira, quería salir de mi cuarto, tomar mi viejo bate de aluminio y patearles el
trasero a esos drones.
Al cabo de un par de minutos, los drones se habían
marchado y yo ya empezaba a titilar de frío como cachorro después de mojarse en
la lluvia. Laurus y sus hombres se quitaron las mantas, hice lo mismo, sin
esperar a que me lo pidieran, ya no aguantaba la baja temperatura. Noté que la
luz del dispositivo sobre el pecho de Laurus que hace rato destellaba en rojo
ahora lo hacía en color verde.
Laurus se dirigió a la mesa y se volvió a sentar en la
silla, luego colocó el dispositivo de grabación nuevamente sobre la tabla. Sus
dos hombres se colocaron cerca de la puerta del departamento.
—Vamos Trejo, ven a sentarte. Ya se fueron—me invitó
Laurus, encendiendo otro cigarrillo. Juro que si no fuese por sus ojos
totalmente en negros pensaría que era humano.
— ¿Por qué no nos detectaron? ¿Y qué son estas
mantas?—pregunté, volviendo a colocar mi libro de notas sobre la mesa.
—Los drones, además de escanear el cuerpo humano, también
tienen visión térmica, lo que nos hace fácil de detectar por los rayos infra
rojos que emitimos, estas mantas poseen
T-56, un gel químico que reacciona
con nuestro calor. Así que, lo que ocurre es una simple transferencia de
energía, solo que este gel tarda muchas horas en llegar a calentarse, entonces
produce un camuflaje total frente a la visión térmica.
— ¿Termodinámica?—pregunté en forma de afirmación.
—Correcto, simple termodinámica. Es una tecnología de
ellos, tenemos gente como tú infiltrada en los Distritos Verdes de Venezuela y
de Colombia, los cuales suelen robar cosas para nosotros, aunque la mayoría de
las veces sin éxito. Lo demás nos llega de La Oscuridad[5]—el
RH3000 no paraba de fumar mientras hablaba. –Pero volverán…—sentenció con total
tranquilidad refiriéndose a los drones buscadores.
— ¿Cómo sabes que volverán?—pregunté.
—Por tu departamento. Tienes nevera, cocina, dispensador
de agua y algunos muebles. Ya saben que este lugar está siendo habitado por
alguien, y cualquier persona que habite este edificio y los otros cercanos, es
un potencial colaborador de nosotros. Pero descuida, tenemos algunas horas para
seguir con esta entrevista.
CAPÍTULO VII
Diana se encontraba en medio su laberinto mental,
tratando de salir de la mejor manera de éste para conservar su vida, sabía que
estaba acorralada. Aun así, no deseaba hacer nada, seguiría fingiendo su vida
de humana sumisa ante los biodemonios, hasta que recibiera otra señal de los
Clandestinos. Por ahora volvería a la rutina de todas las noches, vigilar a sus
familias que escuchaban la hora del mensaje de paz mientras dormían, luego
soportar al pesado de Luis por el resto de la madrugada, pero al fin y al cabo
era el único compañero en quien podía confiar.
Esa madrugada no pediría café en el bar donde
solía ir con su compañero, sino que pediría cerveza, parecía que anhelaba
adormecer sus miedos y preocupaciones con los seis grados de etanol presente en
la bebida de cebada. Luis, por otra parte, fumaría marihuana detrás del bar,
nunca fumaba cerca de su compañera de trabajo, tal vez era por respeto a ella.
Mientras Luis fumaba su adictiva sustancia, una
trabajadora sexual con aspecto de transformista se acercó a la mesa de Diana.
Era común que mujeres y hombres inclinados por distintos hábitos sexuales
buscasen consuelo en los suburbios de los DVs, aunque aquella trabajadora
sexual no se le acercó a Diana con el propósito de ofrecerle sus servicios,
sino de entregarle un discreto papel blanco doblado con sumo cuidado y con un
sello de cera que indicaba que no había sido leído por nadie. El corazón de
Diana empezó a latir con fuerza, aunque también pasaba por su mente que por fin
tendría más claro su futuro. La mujer con aspecto de transformista debido a sus
estrafalarios atuendos, se marchó de la mesa de Diana sin decir ni una
palabra, evitando en todo momento verle
a los ojos. Cuando Diana se disponía abrir el papel, hacía acto de presencia
Luis, el cual estaba dominado por los efectos relajantes y alucinógenos de la
droga fumada.
— ¡Cantinero! Dos rondas de cerveza bien
frías—gritó Luis, quien hacía comentarios chistosos de los cuales solamente él
se reía sin parar.
Diana se debatía entre abrir el papel allí mismo o
esperar otro momento, pero no podía esperar, tal vez solo le quedaba minutos
antes de ser descubierta por la UCH. “Pero si es un acto de saboteo, ¿qué tengo
que ejecutar?”, se preguntó. Finalmente no aguantó más y se retiró al baño de
mujeres con la excusa de hacer una necesidad, Luis solo le dijo que no se
tardara tanto porque si no se bebería su cerveza prorrumpiendo en risas después
de advertir.
Diana se dirigió al baño y al acercarse vio que
salieron dos mujeres agarradas de la mano, no tenían aspecto de trabajadoras
sexuales, sino más bien de ciudadanas de los mejores sectores del DV. Esperó
que terminaran de salir y entró al baño, luego se metió en uno de los apartados
de los retretes, cerró la puerta y rompió el sello de cera puesto en el papel,
lo desplegó y leyó su contenido. En el documento rezaba un texto que detallaba
su rutina diaria, su forma de pensar, sus faltas en el trabajo y sus delitos en
general. Era claro que era la copia de un informe oficial de la UCH. Diana
sintió la muerte llegar, tal como a una persona cuando se le informa
detalladamente una enfermedad terminal, indicándosele los días de vida que le
restaban. Al final se dijo a si misma: “entonces así es que se siente”. Pero la
carta no terminaba allí, al final de esta tenía una nota marginal escrita en
tinta negra que le indicaba el acto de saboteo que ella tenía que ejecutar, el
cual consistía en el asesinato de su jefe inmediato en su trabajo, Gustavo
Hinojoza, coordinador de propaganda de los sectores 1, 2 y 3 del DV y
supervisor general de esos mismos sectores con respecto a la escucha del
mensaje de la hora de la paz. En el papel se le indicaba la fecha y la hora
exacta de la ejecución del homicidio. Se le sugería el arma para el asesinato y
la forma de hacerlo (corte directo de la yugular) y tenía que ser con una
antigua hojilla de afeitar que se le suministraría pasado mañana en el mismo
bar.
Tendría dos semanas para ejecutar lo que se le
pedía, aquello era más que un acto de saboteo. Ella había pensado que se le
demandaría dañar los equipos de propaganda de su trabajo, o a lo mejor causar
un incendio; pero no fue así, se le demandaba un asesinato directo y ella nunca
había derramado sangre; claro, ella había fantaseado con la idea de asesinar a
uno de los idiotas encargados de dirigir el DV, quienes eran las marionetas de
los biodemonios, y también acariciaba la idea de asesinar a algún biodemonio,
pero era más una fantasía que un objetivo a consumar. Entonces su laberinto
mental se complicó más aún cuando ya conocía la salida. Dudaba de si misma, no
creyó poder matar a su jefe.
Para ella solo existía una opción en ese preciso
momento: seguir tomando cerveza con Luis para aliviar la presión que ya le
había arrancado de una vez la poca tranquilidad que le quedaba.
Cuando llegó a la mesa, Luis se estaba tomando la
cerveza de ella y ya había acabado con la suya.
—No te enojes cielo, te tardabas mucho y las
cervezas se calentaban. Alguien tenía que tomárselas para no ser
desechadas—expresó su compañero.
—Imagino que fue muy duro el sacrificio para ti el
tener que beberlas—ironizó Diana. –Ahora querido, tendrás que pedirme dos bien
frías para calmar mi sed y mis ganas de tomar a tu lado—comentó Diana muy cerca
de Luis, tocando con su bella y tersa mano el rostro de su compañero. Luis se
ilusionó con ella, y pidió dos cervezas para cada uno.
Las cervezas y el ron, eran los licores más
baratos de los suburbios y no eran de buena calidad además, sus sabores eran
algo desagradables al principio, pero
tenían etanol, y luego de consumir esa sustancia el cerebro ya no detectaba su
mal sabor, así que aquellas bebidas dejaban de ser desagradables y se
convertían en algo muy placentero, en especial para Diana, que en ese momento
parecía estar celebrando su cumpleaños, pero en realidad estaba celebrando sus
últimos días de vida.
La cerveza había empezado a inhibirla por completo
del estrés que le causaba la misión impuesta por los Clandestinos. “Al carajo
todo, abajo los demonios”, se dijo y a la vez se empinaba la tercera cerveza,
lamentaba tener que asesinar a un humano, pero recordó que Hinojoza era una
gran mente estratégica para crear propagandas en ese sistema tiránico
disfrazado de oveja, sin duda sería un golpe que debilitaría en algo a la UCH y
a los biodemonios.
—Ya vengo hermosa—indicó Luis luego de beber sus
otras dos cevezas, iría a fumar otro porro de marihuana. Ya eran las cuatro de
la madrugada.
—No te tardes querido, no quiero estar sola—dijo
Diana en un tono lascivo. Luis era fácil de manipular y ella lo sabía mejor que
nadie.
Luis se dirigió otra vez a la parte de atrás del
bar, preparó su porro y empezó a fumarlo. Tenía la esperanza de acostarse con
Diana, se tomaba en serio la forma sensual de hablar de su compañera. “Unas
diez cervezas más, y serás mía”, se dijo. Pero eso era precisamente lo que
quería Diana, tomar mucha cerveza para olvidar o no sentir la presión de su muy
complejo laberinto. Pero Luis no se daría por vencido, a lo mejor Diana
terminaba bajo los brazos de él, con tanta cerveza encima se le podía despertar
un deseo que ella misma no pudiese detener.
CAPÍTULO VIII
La entrevista continuó, me había relajado un poco
a pesar de los segundos de tensión que pasé hace un instante. Me impresionaba
cuan tranquilo estaba Laurus, parecía un ser con una convicción destinista
sobre su existencia, como si supiese con exactitud su papel en la historia de
la humanidad.
Después de escuchar todo aquello sobre Alma y su
capacidad para llevar vida, muchas conjeturas e incógnitas vinieron mi mente,
la primera de ella era que, de encontrar a Alma, crearían entonces a cientos de
ellas y buscarían exterminar por completo a la raza humana o a los hijos de
Dios.
—Puedo discernir lo que piensas—expresó Laurus
viéndome fijamente a los ojos.
— ¿Y eso es…?
—Estás pensando en el exterminio de los tuyos y el
advenimiento de una nueva raza, una raza perfecta, con otra forma de ver la
vida…y además, con otro dios.
—Sí… pensé eso y otras cosas más. Pero
principalmente lo que acabas de mencionar.
—Aún no se sabe con certeza lo que decidirá el Príncipe
de las Tinieblas. Pero con seguridad ellos le van a necesitar como esclavos y
servidumbre. Evitarán a toda costa su crecimiento exponencial esterilizando
tres de cuatro mujeres que nazcan. Todo ello para evitar una rebelión o una
revolución humana.
—Pero ellos pueden crear más androides de primera
y segunda [6]generación
para ese trabajo de servidumbre y esclavitud—dije.
—El problema de los androides de primera y segunda
generación es que carecen de conciencia, y peor aún, no tienen miedo. Una súper
producción de ellos podría ser usada en su contra, pudiendo ser programados por
demonios renegados o un puñado de rebeldes humanos. En cambio, el ser humano
posee el miedo, un poderoso
sentimiento que se usa en contra de ellos mismos para controlarles.
—Sí, el miedo…la historia de mi vida.
—El miedo es necesario, sin él, perderíamos el
instinto de preservación, seríamos irresponsables en nuestra seguridad. El
problema está cuando dejamos que él tome dominio sobre nuestras demás
emociones—creo que Laurus intentaba no hacerme sentir mal por el hecho de que
estoy escondido en este edificio en vez de estar combatiendo directamente
contra los demonios.
>>Sí tú me preguntases: si eres un miedoso.
Yo te diría que no lo eres. En absoluto, fíjate que has decidido vivir. —él
parecía leer mis pensamientos.
—Sí, pero no soy un guerrero como tú, siempre le
he huido a las batallas.
—O tal vez las batallas no han querido que tú
entres. Tal vez tu batalla sean las letras, el informar, el ayudar e inspirar a
otros con historias que contar. Un periodista y un escritor, lo cual es casi lo
mismo, tienen el sagrado deber de documentar un legado. Si no hubiera nadie que
contara las historias de los valientes que ofrendaron sus vidas en bien de la
libertad y la justicia, todo sería en vano…sin las letras, Trejo, sin libros y
prensa libre, se perdería nuestra civilidad, seríamos meros salvajes.
— ¿Te han dicho que pareces motivador?—le dije a
Laurus sonriendo levemente, el muy hijo de quien lo haya creado sabía cómo
inspirar a la gente. Ya entiendo porque le siguen soldados que están dispuestos
a dar su vida por él y por su lucha. Por otra parte, me parecía muy interesante
que cuando se refería a la humanidad lo hacía en plural, incluyéndose.
Laurus hizo una pausa, se levantó y se acercó a la
ventana para ver los últimos rayos del sol de ese día. Yo me quedé en la mesa
tomando notas sobre mi libreta. Aquella entrevista de seguro me costaría la
vida, pero valía la pena. Estaba viviendo mi mejor momento, estaba
entrevistando al bioandroide más buscado. Y lo que más deseaba en ese momento,
era seguir a su lado, aun después de la entrevista, hasta llegar a las últimas
consecuencias. Pero yo no era un soldado, no era un guerrero como sus hombres,
sería una carga; así que, no podía hacerme ilusiones.
— ¿Tienes alguna bebida fría con cafeína y
vitaminas?—Me preguntó al volverse a sentar en la mesa.
—Déjame revisar, seguro que si tengo—contesté y me
dirigí a mi viejo refrigerador, una nevera clásica de finales del siglo XX. La
abrí y revisé, tuve la suerte de encontrar una bebida fría con cafeína, aunque
no era de alta calidad porque no tenía vitaminas. —Esto es lo que tengo—dije,
ofreciéndole la bebida envasada en alinum[7].
—Está bien… no se puede tener todo en la
vida—expresó el Laurus, destapando la bebida y dejando que escapara ese gas que
da una sensación refrescante. Dio un largo sorbo y luego me miró, preguntándome
lo siguiente: ¿Y qué sigue Trejo?
— ¿Cómo será el mundo si los demonios toman el
poder absoluto?
--Pues te digo que no será una vida de pecado y
libertinaje, no habrá una Sodoma ni una Gomorra, ni tampoco una Babilonia la
Grande.
— Pero son demonios, los hijos de Lucifer.
—Hablo de un nuevo orden… otro nuevo orden. Dónde
imperará la rectitud y la obediencia al
nuevo dios y a sus nuevos mandamientos. Éste dios (Lucifer) a pesar de haber
promovido el pecado en todas las generaciones no hará uso de éste en su mundo.
—Explícate, porque creo que estamos hablando de
Satanás.
—El Príncipe de la Tinieblas siempre usó el pecado
para debilitar la moral de los hijos de Dios, aprovechando sus debilidades
carnales con el objetivo expreso de que el Creador del Universo perdiese poder
al no tener soldados que lo defendiesen y…un
general sin tropas no puede ganar una guerra.
Ya era de noche, y estábamos alumbrados por un par
de lámparas de alógeno que conservo como si se tratase de uno de mis órganos.
Toda aquella nueva información era sin duda más valiosa que mi propia
existencia, y yo Trejo, era de alguna manera el escogido para contar una
historia, transmitida de la fuente original de unos de los protagonistas
principales de los hechos que se desarrollaban por todo el planeta. No fue un
periodista estadounidense, ni un inglés, ni un japonés; era un venezolano; un
simple hombre solitario viviendo en las ruinas de lo que una vez fue el famoso
barrio del 23 de Enero de la gran Caracas
Mi estómago había empezado a hacer ese ruido
característico cuando ya no se tiene nada en él, el hambre empezaba a tocar la
puerta.
— ¿Estás diciendo que Satanás será un dios de
orden y rectitud?—pregunté.
—Sí, tal cual, como nuestro Dios. Debes recordar
que él fue un hijo y ángel del Creador.
—Pues entonces, si ama el orden y la rectitud,
¿por qué se reveló hasta el punto de hacer una gran guerra contra su padre?
—Porque es una especie de dictador, es decir, su
plan u objetivo es suprimir el poder de tomar decisiones por nosotros mismos, a
fin de que solo escojamos el bien, sin mirar ni siquiera otras opciones, para
que todos sean salvados. En otras palabras…quiere acabar con el libre albedrío.
Después de oír aquello pensé en voz alta y después
susurré:
—La libertad de escoger.
—Exacto, Trejo—dijo Laurus, observando
detenidamente mis reacciones.
—Pero... ¿No es ese el objetivo de Dios, que todos
hagan el bien para salvarse?
—En parte sí, pero se debe convencer a tomar el
bien, no obligar a hacer el bien, porque una vez que obligas te conviertes en
un tirano.
— ¿Pues entonces para qué carajo existe la maldad,
solo para ver qué decisión vamos a tomar?, ¿es una especie de prueba o examen?
—Sí, amigo periodista—respondió Laurus.
El
bioandroide se levantó para dirigirse a la ventana de la sala de mi
apartamento. Se quedó viendo el firmamento, la noche estaba despejada y las
estrellas reinaban. Luego se volvió lentamente hacia mí y sin sentarse a la
mesa me preguntó colocando su mano en mi hombro.
— ¿Eres feliz o has sido feliz, Trejo?
No supe responder aquella simple pregunta, o a lo
mejor no quería responderla, tal vez porque me removía antiguas heridas. El
bioandroide se quedó mirándome, esperando mi respuesta, yo sabía que con
aquella pregunta intentaría mostrarme la mejor manera para responder mi
pregunta anterior. Pero su interrogante sobre si fui o soy feliz solo me hizo
recordar inmediatamente a Estela, quien fue mi compañera…pero este maldito
nuevo mundo había cobrado su vida.
—Parece que mi pregunta te ha incomodado. No
respondas si no lo deseas, además, no soy un dictador—expresó Laurus y una
agradable sonrisa se dibujó en su rostro, era una sonrisa que expresaba
sosiego.
—Laurus ¿Por qué me has preguntado eso?
—Porque sin adversidad no puede haber felicidad.
Sin hambre no puede haber satisfacción al comer, sin sed, no puedes disfrutar
del agua, sin cansancio no puedes gozar de una cama. No puede haber honor sin
luchar contra los peligros que intentan apartarnos de la luz, y sin peligro no
habría valientes. Ambas cosas, el bien y el mal, existen para poder hacer uso del libre albedrío.
Aquello lo había meditado antes, pero a pesar de
la explicación, el asunto de la adversidad y la felicidad se volvía más
complejo para mí, porque surgía otra pregunta: ¿Se justifica la maldad para que
podamos elegir? O más difícil aun ¿El Creador justifica la maldad?
—Oigo tu estómago crujir desde aquí, Trejo.
—Sí…—sonreí. —La adversidad del hambre ha tocado
mi puerta—Laurus me devolvió una mueca por bromear con su filosofía.
—Pues hay que comer, hagamos una pausa en la
entrevista.
—Pero no tengo tanta comida, Laurus.
—Descuida amigo, un buen soldado no necesita mucho
para comer.
Ambos nos levantamos de la mesa, él se acercó a
uno de sus escoltas y le dijo algo al oído, éste asintió con la cabeza y salió
del apartamento.
Había empezado a revisar mi alacena, sabía que no
tenía muchos alimentos, en realidad nunca tengo mucha comida.
Muchas veces me ha pasado por la cabeza irme a un
DV y firmar ese maldito convenio solo para comer con tranquilidad, aun cuando me mantuviesen bajo trabajo forzado o detrás de unos barrotes. El hambre es
una de las cosas más difícil de sobrellevar, estoy seguro que esos desgraciados
lo usan como arma para conquistarnos, solo espero tener la fortaleza de
aguantar, aunque es muy difícil.
En mi alacena solo quedaba medio kilo de arroz, un
puñado de harina de trigo, sal y algunos mililitros de aceite de soya. Laurus
se acercó hacia la alacena, yo cerré la puerta de ésta rápidamente.
— ¿Te gusta el arroz, Laurus?
—Desde luego, Trejo—contestó, sabiendo que le
ocultaba la cantidad de mis provisiones.
—Pues voy a preparar arroz blanco y un pan asado.
Siéntate, eres mi invitado.
""GRACIAS POR LEER LA PRIMERA ENTRADA de esta obra, muy pronto estaré subiendo nuevos capítulos para la SEGUNDA ENTRADA de GUARDIANES DE LUCIFER.
Suscríbete a mi blog para que recibas notificación y si puedes, ayúdame a compartir esta obra"".
Te invito a leer mi novela SOMBRAS DE UN DIARIO, está completa y es muy adictiva, por aquí: https://espantosdevenezuela.blogspot.com/2016/01/sombras-de-un-diario.html
[1] Instrumento de música venezolana semejante a una guitarra de solo
cuatro cuerdas y de reducidas dimensiones.
[2] Aparato semejante al horno microondas en sus dimensiones, que se
encargar de hidratar, calentar y enfriar, según sea el caso, los alimentos deshidratados
y puestos en paquetes al vacío. Algunos hidratadores, los más costosos, pueden
aportar mayor cantidad de micronutrientes. Los alimentos procesados de esta
manera, tienen capacidad de durar hasta quince años.
[3] Dios del sueño según la mitología griega.
[4] El Sector 5 corresponde al norte de América del Sur.
[5] Todo lugar que esté fuera de los Distritos Verdes o que no estén bajo
el control de los biodemonios. La vida en estos sitios es bastante difícil.
[6] Fueron los primeros androides creados para remplazar a los humanos en
los trabajos más duros y peligros. Empezaron a crearse a mitad del siglo 21,
eran muy eficientes, pero carecían de la gracia humana y el aprendizaje
autónomo era muy deficiente. Dichos androides fueron mejorados, y se usan en la
actualidad en los distritos verdes a fin de ayudar en la producción de bienes y
servicios que requieren mucho rigor. También se les usa como soldados de
vigilancia en las periferias de los DVs.
[7] Metal sustituto del aluminio para preservar alimentos y bebidas.
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