ALADINO PÉREZ Y EL GENIO CRIOLLO.
Por Pedro Suárez Ochoa. Todos los derechos reservados.
En una cálida tarde,
Aladino Pérez caminaba por las calles de su pueblo natal “El Manteco”.
Siempre cumplía con su rutina de caminar 30 minutos diarios, era lo que
le había recomendado el doctor. Pero esa tarde sería muy singular, porque al
doblar la esquina, para darle otra vuelta a la manzana, Aladino Pérez se fijó
que algo dorado brillaba dentro de una alcantarilla. Levantó la rejilla de esta
y se percató que era una antigua lámpara.
Se fue corriendo a su
casa, su corazón le latía muy rápido, deliraba con solo imaginarse lo que era.
Al llegar a su hogar, se encerró en su cuarto y empezó a frotar con mucha
energía aquella lámpara dorada. Al instante salió un enorme señor vestido de
Liki Liki, su cuerpo llegaba hasta la mitad, desde la cabeza hasta la cintura y
lo demás era un espeso humo blanco.
Aladino
Pérez no estaba asustado, pero si impresionado de la imponente presencia de
aquel ser.
--Hola Amo, soy el Genio Criollo, pídeme tres deseos y le los concederé.
Aladino Pérez, ni
corto ni perezoso le pidió el primer deseo.
--Quiero que me concedas mil años de vida.
--¿Y para qué mi Amo?—preguntó el Genio Criollo, que estaba todo intrigado.
--Para leer todos los libros del mundo. Respondió Aladino Pérez.
--¿Y el segundo deseo?—Volvió a preguntar aquel mágico ser.
-- Después de leer todos los libros del mundo, deseo que me des mil años
más de vida.
--¿Y para que mi Amo?
--Para escribir sobre todo lo que aprendí y viví con todos “los libros del mundo”.
El Genio Criollo pensó
adivinar cuál sería su tercer y último deseo. “Seguro serían mujeres, o quizás
dinero, o tal vez mucha fama”, pensó el Genio Criollo. Y tenía razón para
pensar aquello, era lo que pedían todos; pero… no fue así… Aladino Pérez
pediría otra cosa, algo muy diferente al resto.
--Te falta tu tercer deseo mi Amo, ¿qué me pedirás?
--Después de escribir durante mil años, deseo volver a nacer en El Manteco,
en la misma fecha y en el mismo año de cuando vine a este mundo.
--¿Y para qué mi Amo?—el Genio Criollo ya no sabía que esperar, su cara era
todo un poema y Aladino Pérez respondió:
--Para encontrarme otra vez con tu Lámpara y pedirte la misma “vaina”.
Y así Aladino Pérez nunca dejó de leer y nunca dejó de escribir por “todas
las eternidades”. "Fin".
Por: PSO. 27/05/15.
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