![]() |
Manitoba Covid |
Advertencia, semaforo Covid, esta es una obra de ciencia ficción, su propósito es entretener, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Capítulo
I
*
Amaba
el chocolate caliente, dulce y bien cargado, otros adoraban el café, pero él,
el chocolate. Adrew Smith parecía un caballero de lo más corriente, era bien
parecido, pero sus gafas de monturas negras y de plástico lo ocultaban. Era un
hombre de actitud modesta, aparentaba tener un coeficiente intelectual
promedio, pero no era así, y a pesar de no ser un genio tradicional, llegó a
desconcertar a muchos en la universidad. Graduado en Psicología y Filosofía,
pensó que solo llegaría a ser un profesor universitario y dar una que otra
consulta privada, pero esto no fue su caso, había recibido la oferta de su vida
para trabajar para la CIA, no como empleado directo sino como
contratista por periodos entre seis a nueve
meses. Había comenzado con un contrato de 200 mil dólares; eso era mucho
dinero, en especial para un hombre soltero y sin ningún compromiso, se sentía
algo así como un atleta universitario que había logrado su primer contrato
millonario.
Andrew
Smith pudo haber comprado una buena casa
pero prefirió alquilar una cómoda pieza que se encontraba a media hora de su
sitio de trabajo. Allí en esa pieza, la cual era suficientemente amplia, tenía
un poderoso computador conectado con la CIA en donde analizaba cualquier
información asignada que pudiera atentar contra la seguridad de su país.
También trabajaba en el cuartel general de dicha agencia en donde dedicaba más
horas.
Todos
los lunes por la noche, Andrew asistía al cine, a menos que hubiese mucho
trabajo, los sábados asistía a almorzar en un exclusivo restaurant donde casi
todo se cocinaba a las brasas a una distancia cercana del cliente, y los
domingos asistía con frecuencia a la iglesia, no es que era religioso pero le
gustaba estar en armonía con su espíritu y con su conciencia. Todo le parecía
perfecto, se sentía cómo de vacaciones, en ocasiones el trabajo asignado por la
agencia era muy estresante, pero había aprendido rápido a manejar muy bien el
estrés. Para esas situaciones de mayor carga laboral usaba su máquina caminadora,
dedicando al menos unos 45 minutos de trote moderado combinado con algunos
minutos de trote de alta intensidad.
Cuando
ya tenía casi dos años trabajando para la CIA, había logrado un contrato de
ocho meses por de 300.000 $. Su nivel intelectual había avanzado sobremanera, y
lo único que lamentaba de trabajar para esta agencia de seguridad era que tenía
que vivir en el anonimato. Sintió algo de envidia por uno de sus compañeros de
universidad: Carlos Saavedra, quien ahora mismo estaba en el toping mundial de
la literatura con un libro titulado LOS
HILOS DETRÁS DEL MUÑECO, una obra dedicada a casi todas las organizaciones
secretas de su país que influenciaban poderosamente a los hombres que llegaban
a ser mandatarios de Los Estados Unidos y del Reino Unido. Este Carlos nunca le
ganó un debate a Andrew en la universidad, aunque Andrew aceptó en algún
momento que ese joven era muy duro de vencer, y después de leer su libro reconoció
todo el esfuerzo y la brillantez mental que había desarrollado su rival en los
últimos dos años después de graduados.
El
libro de Carlos estaba muy bien escrito, impecable realmente, pero para Andrew la
mitad de los temas abordados allí eran sensacionalistas, eran cosas que el
público quería leer, desde la famosa Zona 58 hasta el desarrollo secreto de la
Inteligencia Artificial para el uso militar, no obstante, había temas que si
merecían la pena leerlos, como la conspiración de los banqueros, especialmente
el dominio de tres poderosas familias y su participación en la última crisis del
2008 que hizo que millones de ciudadanos perdieran sus casas, logrando entre
otras cosas que el precio del crudo bajara considerablemente. Así eran los
multimillonarios, solo eran personas con mucho poder defendiendo sus intereses.
Su objetivo en la CIA—el de Andrew—no era el de ser un policía para llevarlos a
la cárcel, él estaba allí para que su país no sufriera atentados terroristas
como ataques masivos informáticos a los computadores del Pentágono, propagación
de algún agente bilógico, entre otros ataques, incluyendo nuevas drogas de muy
bajo costo y de alta intensidad adictiva que diezmara a la juventud
norteamericana, tal como la horripilante droga cocodrilo, que en un año de
consumo empieza a despellejar vivos a
sus consumidores.
—Señor,
su taza de chocolate caliente y sus galletas saladas—dijo Susana, una hermosa
joven de veintidós años que había sido asignada como asistente de dos
contratistas, entre ellos Andrew. El trabajo de ella era pesado, pero para ser
una chica que no había pasado por la universidad, el empleo estaba muy bien,
jamás dejaría ese trabajo para vender hamburguesas en Burguer Queen.
Para
Andrew la ventaja de trabajar en el propio cuartel general y no en su
departamento, era que el chocolate caliente era el mejor de la ciudad, ni
siquiera él podía superarlo y por supuesto, tenía la compañía constante de la
bella y eficiente Susana, su compañía aligeraba sus cargas.
—Susana,
necesito que me ordenes todos estos archivos por fecha—mandó Andrew dando un
sorbo a su delicioso y estimulante chocolate. –También necesito que estos
mensajes los coloques en mi agenda por orden de importancia.
—Sí,
señor, así será—contestó Susana. Andrew prácticamente solo daba órdenes, pero
ella no estaba allí para que la trataran como a una princesa.
En ese instante, Andrew estaba trabajando en algunos
informes acerca de las tensiones militar-nuclear entre la India y Pakistán, y
en el ojo de huracán estaba un general del ejército pakistaní que tenía mucha
influencia sobre su propio gobierno y que en los últimos dos años se había
convertido en una piedra en el zapato para la India. Andrew llevaba casi dos
semanas trabajando en ese caso, y dentro de los dos siguientes días tenía que
emitir a Héctor García—su superior
inmediato—un informe detallado con sus recomendaciones. Andrew sabía que sus
recomendaciones podían decidir la vida o muerte de un hombre. Durante seis
meses, antes de ser un agente contratado, había recibido un entrenamiento como
cualquier aspirante, salvo algunas diferencias. Entre otras cosas el cerebro de
Andrew había recibido un lavado de cerebro, en donde el patriotismo por su
nación estaba por encima de todo, por tanto, que muriese un hombre que ponía en
peligro la seguridad de su nación era preferible a que muriesen millones de
personas, por tanto, Andrew estaba
convencido de que tenía que defender a su país, y también a la humanidad
entera.
—Señor
Smith, si tiene sus recomendaciones listas sobre el general pakistaní las
estaré esperando en mi oficina. Además, quiero que estudie este caso el cual es
dos veces Top Secret—había ordenado hace unas horas Héctor García, quien era un
hombre de origen hispano pero con la fisionomía de un rubio puro. Sus facciones eran duras, típicas de un
veterano de las guerras del Medio Oriente, donde de hecho él había combatido
por varios años. Allí el clima es seco y caliente y hace estragos en la piel de
una persona caucásica, en García no fue la excepción.
La
denominación dos veces Top Secret no existía, o Top Secret o Secret, así que
los documentos que había recibido Andrew tenían que tener algo muy peculiar,
algo que hiciera que el jefe usara el énfasis de “dos veces”. Sin perder tiempo
el agente Andrew abrió la carpeta y lo primero que vio fue una imagen impresa
de un hombre de aspecto asiático, leyó su nombre debajo de la imagen que decía Liu Gong, “fanático religioso”.
Entonces sonó el teléfono del escritorio de Andrew y luego de contestar
reconoció la voz de García:
—Andrew,
¿cómo vas con el general pakistaní?
—Muy
bien señor, en pocas horas ya estará listo un informe completo y si lo desea
puedo tenerlo listo en una hora.
—No,
mejor no, tómese el tiempo que tenía previsto. La carpeta que ha recibido hoy
es una copia que solo debe analizar aquí, dentro de las paredes de este cuartel,
no podrá llevarse este trabajo a su casa, ni tampoco el material informático
que recibirá al respeto. Esta información es altamente sensible, lo que leerá
parecerá fantástico, pero no lo tomarás así, lo tomarás como algo cien por
ciento real, así tengas que discutir con tu propia conciencia y convicciones.
—Sí
señor, este…
—Déjame
continuar. Bien, solo estudiarás esta carpeta para ayudarnos a encontrar el
país, la ciudad o el sitio donde estará
este hombre escondido. Solo eso, no queremos más nada de ti. Y si tus análisis
son acertados se te dará una recompensa de 50.000 $ en efectivo.
“No
está nada mal”, pensó Andrew.
—Bien,
no tengo más nada que agregar. Ya todo lo demás tú lo sabes, Andrew.
—Sí
señor.
No
hubo más intercambio de palabras entre García y su subalterno. “¿Qué puedo
hacer con cincuenta grandes extras?”, se preguntó Andrew mientras daba un sorbo
a su delicioso chocolate caliente. “Bueno, primero tenemos que terminar lo del
general pakistaní, el cual pronto habrá de reunirse con sus antepasados”.
**
Andrew
deseaba salir lo más pronto posible de lo del general pakistaní, así que aceleró el trabajo.
Le mordía la curiosidad del nuevo archivo, el rostro de ese hombre Liu Gong
había despertado en él un profundo interés. Tal hombre no parecía un fanático
religioso, al menos no era como el de los que él había conocido, entre ellos el
rostro de Mason, aquel hombre que convenció a sus feligreses a que cometieran
suicidio colectivo lo que causó conmoción en su país y en el mundo. Si había
algo peligroso para Los Estados Unidos, era un líder religioso fanático que
tuviese un gran carisma para convencer a devotos de hacer cualquier cosa en el
nombre de Dios.
“Liu Gong nació en la China Taipei, pero vivió
toda su niñez y adolescencia en California, matriculado en Filosofía China y
Teología Judía…”,…dominio casi perfecto del idioma hebreo y del latín…” Formó,
entre otras cosas, un movimiento religioso de puertas cerradas, donde eran
seleccionados mujeres y hombres de cualquier fe espiritual siempre y cuando
cumplieran con sus estándares”… “trabajó para el Pentágono como asesor en armas
psíquicas y paranormales…”… “Fue acusado de traición por revelar ciertos
secretos a los Rusos y a líderes extremistas del Medio Oriente”… “Solamente se le conoció un romance, y este
fue en la universidad, con la estudiante Jennifer Coons quien falleció en raras
circunstancias luego de su graduación”… “Liu Chong es el teórico y fundador del
proyecto J.E.S.U.S.”.
Andrew
llevaba casi una hora leyendo los documentos sobre este señor Chong. Quería
saber más, en especial sobre ese proyecto llamado J.E.S.U.S. Pero había párrafos enteros que habían sido
censurados con tachaduras negras. “Vamos Andrew, solo estás leyendo esto para
saber dónde se esconde este hombre, no para escribir una biografía sobre él”,
pensó Andrew, imaginándose recibir 50.000 dólares en efectivo como recompensa si
su análisis daba con el escondite del señor Chong. Ese hombre tendría que ser
muy peligroso o era conocedor de muchos secretos mientras trabajó para el
Pentágono, 50.000 mil dólares en efectivo no era poca cosa para una recompensa,
era cierto que habían recompensas de hasta de cinco millones de dólares, pero
esta no era nada despreciable. “Ya pronto iremos por usted, señor Gong”,
expresó Andrew para sí mismo y se concentró en ir finalizando sus recomendaciones
sobre el general pakistaní.
***
Eran
las 2:00 am cuando Andrew Smith se levantó sobresaltado de la cama en su
departamento, estaba sudando profusamente aun cuando en la habitación de su
departamento el aire acondicionado estaba en 16 °C. Su corazón latía rápido, el
sueño que había tenido pareció tan real, había escuchado varias veces: JESUS,
JESUS y ese hombre asiático le había hablado con una voz apacible en perfecto
inglés. “¿Quién fue ese hombre?, ¿Por qué
aquel sueño tan real?”, Andrew se levantó de su cama para ir por un vaso de
agua fría, se colocó sus sandalias de hogar y avanzó hacia la cocina, había tomado una
pequeña toalla para secarse el sudor. Sintió que el sueño se le había borrado de
su cuerpo. Después de beber un vaso de agua fría se dirigió hacia su poderoso
computador para investigar sobre el señor Chong, pero recordó que se la había
prohibido trabajar sobre ese caso fuera del cuartel general, además, no tenía
material digital ni impreso que hablase sobre Liu Gong, pero recordó ciertas
palabras claves sobre el caso, especialmente proyecto J.E.S.U.S., armas
psíquicas y paranormales, movimiento religioso cristiano con miembros seleccionados y exclusivos. Andrew conectó el
internet y se dirigió a Google como cualquier otra persona y comenzó a
investigar sobre las armas psíquicas y paranormales, y encontró muchas páginas
que hablaban al respecto, y después de entrar a algunas de ellas pudo notar
sensacionalismo en la redacción de los artículos que hablaban sobre ese tipo de
armas, pero se topó con una página que parecía ser seria: entonces recordó
nuevamente el mandato de su superior de no investigar sobre el caso puertas
afuera, se salió del internet y decidió simplemente tener paciencia, debía
cuidar su trabajo, además, no podía arruinar la posibilidad de ganarse 50.000 $
en efectivo.
Andrew
se levantó de su computador y se dirigió a su cama, apagó la luz de su habitación
con control remoto y encendió su lámpara de lectura, tomó el famoso libro de su
contrincante universitario y comenzó a leerlo, intentaba recuperar el sueño
mientras leía, pero el nombre de ese proyecto: J.E.S.U.S. saltaba dentro de su
cabeza de un lado a otro, aun así se las arregló para conciliar el sueño.
Cuando fueron las 4:00 am ya Andrew estaba despierto, había dormido poco más de
cuatro horas pero le pareció haber dormido más de ocho. Tuvo extraños sueños,
mientras dormía se sentía en clima de montañas altas, su mente estuvo en
absoluta paz, algo que jamás había sentido. Pero ahora no tenía paz, una
extraña ansiedad le tenía el corazón acelerado. “Me ducho, me visto y me voy
para el cuartel”, se dijo Andrew y luego se dirigió a bañarse con agua fría. Él
era de los pocos agentes que gozaba del privilegio de entrar y salir del cuartel
de la CIA a la hora que lo necesitase y por primera vez iba a entrar al cuartel
muy temprano.
Mientras
Andrew conducía su Mercedes hacia la agencia, se preguntaba si ese interés de
llegar muy temprano a su trabajo era por los 50.000 $ en efectivo o por ese
proyecto J.E.S.U.S. que le machacaba su mente de manera constante.
—Buenos
días señor, ¿su identificación y huella por favor?—preguntó un soldado de la
Guardia Nacional en la entrada del estacionamiento.
Andrew
ya había pasado por el detector de metales y ahora necesitaba introducir una
contraseña y colocar su pulgar derecho en una captahuella, mientras hacía esto
el soldado chequeaba su carnet de identificación.
—Que
tenga unas buenas madrugadas, señor—dijo amablemente el soldado. De allí en
adelante Andrew pasaría por un control de seguridad más.
Una
vez caminando por los muy brillantes pasillos de la CIA, Andrew se detuvo
frente a la máquina dispensadora de café, pasó su tarjeta de saldo por el
lector y seleccionó un chocolate doblemente cargado de azúcar y de cacao, tomó
el vaso térmico y respiró el tonificante humo de su bebida favorita. “Buenos
días, Andrew”, se dijo, “Vamos por esos cincuenta grandes que para luego es
tarde”, entonces ya Andrew no tuvo duda sobre qué era lo que lo motivaba a
estar trabajando tan temprano dentro de la seguridad del cuartel general.
Capítulo II
Susana
Andrade amaba su trabajo, pero la extenuaba, trabajar con esos dos hombres era
agotador, no entendía por qué tenía que trabajar para dos agentes a la vez, en
especial dos agentes especiales que tenían funciones muy distintas. A menudo
pensaba que solo la estaban probando para ver cuánta presión laboral soportaba,
y de pasar la prueba solo trabajaría con uno de ellos obteniendo además el
cargo de secretaria de manera fija y no contratada como se encontraba, “pero…
por cuánto tiempo más, ya no creo soportarlo”, “solo necesito unas vacaciones
de diez días, solo diez días”. Susana era terriblemente eficiente, y tenía la
extraña habilidad de no mostrar signo de cansancio en su trabajo. “Quisiera
trabajar solo con usted, señor Smith”, meditó Susana mientras se arreglaba para
ir al cuartel general, “vamos, dices esto porque él es muy inteligente y
también porque… ¡olvídalo, Susana!, olvida eso”.
Susana
se ajustaba sus zapatos tacones de cuero negro después de haber colocado sus
medias pantis, estaba sentada en su cama, su cuarto estaba algo desordenado y
su departamento estaba sucio, si algún agente la viniese a inspeccionar ella
sentiría mucha vergüenza, pero siempre o casi siempre estaba cansada para
dedicar tiempo a la limpieza. Deseaba tener una mujer de servicio doméstico,
podía pagar una, aunque fuese por media jornada diaria y tres veces por semana,
pero temía mucho de que husmearan sus cosas, ella era un agente, era cierto que
era secretaria, pero de igual manera era un agente del principal buró de
inteligencia nacional de su país.
Susana
era morena y sus facciones delicadas, sus ojos eran marrones muy claros y denotaban
brillantez e inteligencia, era hermosa y a causa que vestía tan sobrio no
despertaba lascivia en los hombres, sino que la deseaban como esposa. Más de
una vez le habían propuesto matrimonio, “lo siento, me gustas como amigo”,
siempre respondía así en cada cita hasta que decidió no aceptar más
invitaciones, sino dedicarse a su trabajo y a visitar a su tía en sus tiempos
libres, cuando raras veces los tenía.
Eran
las 7:45 am cuando Susana vio al agente Andrew pegado a su computador, ya sabía
ella que su jefe estaba allí desde la madrugada y que obligatoriamente estaba
en algo muy importante.
—Buenos
días Susana—dijo Andrew sin despegar la vista del monitor, los dedos del agente
se deslizaban con rapidez en el teclado. —He enviado algunas tareas a tu e-mail,
allí te he dejado las instrucciones. Tenemos que encontrar a un hombre y si
tenemos éxito tengo tres mil dólares para ti en total efectivo.
“Mis
vacaciones”, pensó Susana al haber escuchado tres mil dólares en efectivo,
“¿Orlando o Nueva Orleans?”
—Susana,
te he hablado—dijo Andrew sin mirar a su secretaria, quien continuaba pegado al
monitor.
—Disculpe,
señor, he quedado muy emocionada por los tres mil dólares.
—Primero
hay que ganarlos, Susana. Así que ponga manos a la obra. Por cierto, en los
próximos días solo trabajará para mí, el otro agente he escuchado que está en
una misión diferente a lo habitual.
—Sí,
señor—contestó Susana celebrando que tal vez se empezaba a cumplir su deseo.
Sin
perder tiempo la secretaria encendió su computador y abrió su correo
electrónico. “¿Por qué siempre es tan seco conmigo?, ni siquiera me ve a los
ojos y tantos hombres se quieren casar conmigo”, “Si sigues pensando así te
puedes ir despidiendo de este fabuloso trabajo”. Sin perder más tiempo Susana se puso manos a la obra. En los tres correos
electrónicos enviados a ella predominaba una secta religiosa denominada JESUS
OMNIPOTENTE. Tenía que investigar todo sobre aquella secta, para ello tenía que
entrar a los archivos informáticos del FBI, con permiso claro está, de la
agencia antes mencionada, y además tenía que seguir la pista en archivos de
otras agencias de otros países, para eso tenía que delegar trabajo en los
hackers freelancers que trabajaban para su agencia. Ya Andrew había encontrado
lo más elemental en las dos Web. Entonces comprendió que ganarse esos tres mil
dólares en efectivo se convertiría en muchas horas de estrés, en especial
cuando su jefe comenzara a presionar. “Es usted muy lindo señor Andrew, solo
hasta cuando empieza a empujar y a patearme el trasero para obtener de mí lo
que quiere…pero este es mi trabajo, en miles años jamás encontraré uno mejor”.
Eran
casi las nueve de la noche, el sueño había huido de los ojos de Susana, pero estaba
estresada, anhelaba estar en la bañera de su departamento tomando un baño de
agua caliente y viendo una novela romántica en la televisión de su cómodo y muy
limpia sala de baño. Sin duda se relajaría, sus músculos perderían la tensión
ante el agua tibia de la bañera y tal vez derramando más que alguna lágrima por
la telenovela, las telenovelas coreanas eran sus favoritas.
—Bien
Susana, es hora de ir a casa, disculpa por tenerte hasta esta hora—dijo Andrew
mientras veía al monitor de Susana.
—Justo
a tiempo, señor. He enviado a su correo todo lo que he podido investigar, el
material que seleccioné es el que tiene mayor coincidencia. Y por cierto,
siempre estoy a la orden para trabajar horas extras, no me vienen mal, hay
facturas que pagar—dijo Susana quien estaba notablemente cansada.
—Está
bien, mañana es otro día. Por cierto, a primera hora quiero que te enfoques
solo en Pekín, quiero saber qué saben los chinos con respecto al proyecto
J.E.S.U.S y la secta Jesús Omnipotente.
—
¿Y usted se queda, señor?
—Solo
un par de horas más, quiero adelantar algo de trabajo para mañana, así no
tendré que madrugar, o tal vez sí.
Susana
admiraba la capacidad de trabajo de Andrew Smith, o era un adicto al mero hecho
de trabajo, o siempre había una pasión fuerte que lo movía, lo cierto que para
Susana era un hombre incansable.
—Señor,
con todo respeto…—murmuró Susana.
—Ya
sé que me vas a decir Susana. No te preocupes, hago muchos ejercicios, tomo
mis vitaminas, como abundante frutas y
verduras, bebo más de tres litros de agua diaria y desde luego, bebo mucho
chocolate caliente.
—Lo
siento, ¿es tan obvio?
—Descuida,
no está mal que te preocupes por mi
salud. Además, sé que me has dejado un buen material para leer, y estoy
ansioso. Y adicional a esto hay una buena recompensa a la vuelta de la esquina.
Pero
la realidad fue, que ya no eran los 50
mil dólares que movían a Andrew, había una cosa más, y eso había comenzado con
ese sueño que tuvo hace unas horas, había sido tan real, tan perturbador. Había
una fuerza que lo movía, una fuerza desconocida. Cuando Susana se hubo
marchado, Andrew se había tomado un breve descanso para ir a la cafetería del
cuartel general para pedir un sándwich de atún o de jamón con queso. En la cafetería había
dispensadores automáticos de barras energéticas, nueces y galletas, y desde
luego estaba la máquina de su bebida favorita, “chocolate caliente”, Andrew se
había decidido por dos paquetes de nueces que eran importados de Brasil, y ya estaba llenando un vaso grande de chocolate
caliente, al cual le colocó de adicional, lluvia de chocolate amargo. Mientras
tomaba su refrigerio altamente energético, meditaba en la información que había
encontrado. “Este Liu Gong sin duda
que es un líder altamente carismático, tal vez de carácter mesiánico”, “pero
por qué es tan peligroso, ¿por qué la agencia lo quiere atrapar?, ¿Liu Gong
será su verdadero nombre?”. Mientras Andrew tomaba chocolate caliente meditaba
acerca de la información obtenida, seguía manteniendo un interés agudo por ese
fanático religioso el cual era, como se dijo antes, el fundador de la secta
religiosa Jesús Omnipotente, secta que solo fue pública y visible por el
espacio de solo dos años, pero que en ese breve tiempo hubo poco más de un
millón de miembros fieles diseminados por varias regiones del mundo, hasta que
de la noche a la mañana cerró sus puertas al público en general, convirtiéndose
en una secta clandestina, reduciendo drásticamente su cantidad de feligreses
los cuales eran selectos y altamente obedientes. Era como si, “sí, eso tal vez
es”, se dijo, “tal vez estén formando un ejército…un ejército de fanáticos
cristianos”, recordó que si era posible, dentro del Islam habían alas radicales
y terroristas desde hace mucho tiempo, y el cristianismo los tuvo en su
momento, pero qué sepa él, no los había en la actualidad tomando como bandera
de lucha el evangelio de Jesús.
La
clandestinidad de Jesús Omnipotente había comenzado cuando Liu Gong empezó a
predicar en contra de la Inteligencia Artificial, o era coincidencia o esa fue
la razón. Eso lo confirmarían las investigaciones que había hecho su secretaria
Susana, ya estaba ansioso por leer y analizar lo que había investigado la
chica, pero tenía que tomar energías antes de empezar. Ya había comido su
primer paquete de nueces y devorado su sándwich de atún, ahora estaba abriendo
el segundo paquetico de nueces, su chocolate caliente estaba delicioso, ya hace
rato había comido la lluvia de chocolate amargo. Se levantó de una de las mesas
de la cafetería y fue a recargar más chocolate caliente, esta vez con triple
ración de lluvia de chocolate amargo.
A
los quince minutos de haber disfrutado de su refrigerio energético, Andrew ya
estaba trabajando con los documentos de Susana enviados a su correo, y mientras
los abría daba gracias a Dios por su secretaria, era un chica muy resistente,
inteligente y sobre todo, llena de paciencia para tolerarlo a él que a pesar de
no superar los treinta años de edad, se comportaba ya como un hombre viejo.
Andrew miró a su alrededor y se sorprendió que aún había agentes trabajando en
diferentes cubículos de la muy amplia sala donde él se encontraba, de seguro
estaban persiguiendo recompensas o tal vez estaban persiguiendo la gloria que
ofrece las condecoraciones y los ascensos; la agencia siempre lograba
mantenerlos motivados, y el dinero en efectivo y la gloria eran su mejores armas
para conseguir los mejores resultados de ellos.
El
agente Smith no se despegaba del monitor, ya llevaba dos horas sentado, lo que
había encontrado Susana era muy útil, cada documento de hecho. <<Y si
realmente la clandestinidad había
empezado cuando Liu Gong y otros pastores de su secta habían decidido hacer
proselitismo en contra de la Inteligencia Artificial, denunciando a Estados
Unidos, a Reino Unido y a Rusia por los proyectos que llevaban a cabo, los
cuales consistían en llevar la Inteligencia Artificial al campo de batalla>>.
“El Terminator no marchará nunca
por los Campos Elíseos durante el Día Nacional", rezaba un
artículo importante en un periódico de Francia escrito por una ministra del
gobierno de ese país. “Máquinas autónomas asesinas, un proyecto que ya es
realidad”, rezaba otro artículo francés
que había sido censurado, y el periodista que lo escribió jamás se
volvió a saber de él. “Liu Gong denuncia a Gooble por ceder todo su avance en
IA al Comando Central Militar de USA y de UK”. “El Proyecto
Maben de la empresa Gooble fue cedido a la empresa de tecnología militar Shield por 400 millones de dólares”.
Andrew se paseaba de informe a informe, tomaba notas, no pensaba en el tiempo,
no pensaba en su cansancio, pero sabía que tenía que dormir algo, tenía que
cuidar su salud, pero lo que había encontrado Susana lo maravillaba.
Luego de analizar mucho material sobre máquinas autónomas
de combate, comenzó a enfocarse en Liu Gong, en saber cómo pensaba él, cuáles
eran sus intereses, además de las ya conocidas públicamente, y sobre todo, en
qué parte del mundo se estaba escondiendo; eso sería la parte del trabajo más
difícil, le llevaría quizá unos diez días saberlo, eso en el mejor de los casos,
el peor, un mes, pero había aprendido que si le tomaba poco más de un mes de
investigación, era un noventa por ciento seguro que al menos él, ya no podría
encontrar nada. Así que, eran diez días o nada, por eso la agencia lo había
contratado, era un genio del análisis de información, un recurso muy valioso,
pero la CIA sabía también que ya después de 15 días, algo pasaba con Andrew, se
empezaba desmotivar en el logro de su objetivo, era un hombre que quería todo
rápido, sin embargo, aun cuando no lograra conseguir los objetivos dejaba
importantes avances para otros agentes más pausados, agentes que se tomaban su
tiempo para digerir bien todo el material colocado en sus manos, así que, como
sea ganaban con el agente Smith.
El
sueño había llegado a Andrew después de más de tres horas continuas trabajando
frente al computador, podía tomar otro descanso y beber otro gran vaso de
chocolate caliente con mucha lluvia, pero tenía que dormir algo, restablecer un
poco su sistema nervioso. Así que se levantó de la silla después de apagar el
computador y se dirigió directamente hacia la salida del cuartel general. No
iba a regresar a su casa, era mejor quedarse en el cómodo hotel que estaba muy
cerca de su trabajo, siempre hacía eso cuando se quedaba trabajando hasta altas
horas de la noche, lo hacía a fin de dormir un poco más y para que al despertarse
no tuviera el estrés de tener que tardar en regresar a su trabajo, con esa
estrategia dormiría al menos una hora y media más de lo que dormiría en su
departamento.
—Hola,
señor. Tengo una muy buena habitación para que pase la noche—dijo Gustav, un empleado del hotel que conocía a Andrew
Smith.
—Gracias,
a las siete de la mañana quiero un copioso desayuno inglés en mi habitación, y
doble ración de zumo de naranjas frescas con…
—Con
una taza de chocolate caliente bien cargado y mucha lluvia de cacao amargo, más
la edición impresa del New York Times—agregó el empleado guiñando un ojo.
—Muy
bien, Gustav, muy bien—contestó Andrew asentado la cabeza.
—
¿Quiere algo para comer ahora mismo,
señor?
—No,
pero mientras me ducho me lleva a mi habitación un té relajante de esos que
hacen dormir profundamente.
—Ya
se lo mando a preparar señor…como los hacía mi abuela.
—Que
tengas buenas noches—dijo Andrew para retirarse a su habitación.
—Igualmente,
señor.
Mientras
Andrew se tomaba una ducha caliente, pensaba en un aspecto de Liu Gong que no
aparecía en los informes. Se hablaba un poco de él de su niñez, su adolescencia,
pero de joven había muy poco, realmente muy poco, solo que se había matriculado
en alguna universidad de Los Estados Unidos y desde allí hubo un salto en toda
su biografía hasta que ya era el líder de un movimiento religioso que
rápidamente había crecido como la espuma. De su niñez y adolescencia no se
hablaba gran cosa, había sido un chico común y corriente, alguien que por ser
hijo de un emigrante chino le gustaba practicar artes marciales y que además
jugaba un poco al fútbol americano, tenía un promedio regular de notas
académicas, nada genial. Su padre se había convertido en pastor de una iglesia
evangélica, y su madre, una mujer de Arizona, solo era una artista plástica que
se ganaba la vida como pintora de retratos y de paisajes. Esa vida normal, tan
común y corriente como la de cualquier chico norteamericano no le permitía a
Andrew sacar un buen patrón psicológico de Gong, de seguro la clave estaba en
el período universitario, donde sin duda el joven reveló su máximo potencial y
lo que estaba oculto dentro de su corazón, “pero, por qué hay un silencio en
este período tan importante de su vida”…a menos que…”
La
puerta de la habitación de Andrew había sonado, era un camarero quien traía en
una lujosa mesa rodante, una taza humeante de infusión relajante, preparado de
diferentes plantas que por añadidura eran muy aromáticas.
—Buenas
noches, señor Mr. Gustav me han pedido que le entregue esto. Y además le manda
esta jarra con más de esta bebida por si quiere otra ración. Me han dicho que la
infusión va por la casa.
—Gracias,
póngalo en esa mesa. Y espere un momento para darle algo.
—Entendido
señor—contestó el camarero.
Andrew
fue hasta su billetera y sacó un billete de diez dólares.
—Aquí
tienes—dijo Andrew y entregó la propina.
Cuando
se fue el camarero, Andrew comenzó a beber su té relajante, estaba delicioso, muy
bajo en azúcar como le gustaba a él beber este tipo de bebidas. Se bebió dos
tazas y ya estaba cargado de un agradable sueño, se metió en su cama y desde
luego siguió meditando en el señor Gong. “A menos que… este silencio de su vida
en la parte universitaria solo se debiera a una cosa…Liu Gong trabajó para la
CIA en ese periodo de silencio en los informes, y trabajó en algo muy sensible,
algo que lo hizo desaparecer, pero que ahora, desde algún lugar del planeta,
amenaza la estabilidad de la agencia, o peor aún, amenazaba con la seguridad de
Los Estados Unidos”, mientras Andrew seguía meditando se exigió a sí mismo dormir,
ya pronto iba a amanecer y necesitará descansar su cerebro si quería seguir
usándolo dentro de poco. Se durmió con la idea arriesgada de sacar información
directamente de los archivos secretos de la CIA, sí Liu Gong fue un agente, su
nombre estaría allí y de estar allí, solo estaría a un paso para saber dónde se
escondía: “te tengo, míster Gong”, pensó Andrew y se durmió.
:
Lee ( EL CABALLERO MALDITO (del mismo autor) )
Capítulo III
—Solo
Jesús tiene el poder, su reino será establecido, Satanás no regirá.
—
¿Quién es usted?
—Soy
el reverendo Gong, señor Andrew.
—
¿Cómo es que puede hablar conmigo?, ¿por qué amenaza la seguridad de su país?,
¿cuál es su plan?
—Averígüelo
usted señor Andrew, averígüelo usted, es el analista estrella de la CIA.
—Le
juro que daré con usted.
—
¿Por cincuenta mil dólares? tan barato es el precio de su alma, debería saber
cuánto cobrará su superior inmediato, el señor Héctor García.
—No
es mi problema cuánto esté cobrando, mi deber es dar con usted, no meterme en
los negocios de mis superiores.
—Pues
debería echar un vistazo en los negocios de su jefe, sus negocios serán muy
lucrativo para cuando comience el 2023. Ya han logrado su objetivo en el 2020 y
en el 2021 con todo aquel teatro de circo llamado Coronavirus y todas sus
espantosas mutaciones, la perfecta pandemia que aterró a toda la humanidad, y
con ese terror lograron inyectar en las personas la marca del diablo, pero
Satanás no reinará, solo de Jesús es el reino.
—
¿De qué me habla?
—Ya
le he dicho mucho, amigo. Solo le digo que la Inteligencia Artificial hará el
resto. No le voy a decir más nada, usted es muy listo, si llegan hasta mí los
estaré esperando con mis consiervos en Cristo.
—¡De
qué me habla!, ¡Está Loco!—vociferó Andrew, entonces de repente, cuando quiso
seguir hablando no pudo, su lengua se le trabó por completo, tampoco podía
mover su cuerpo, sentía que se ahogaba y cuando ya no podía resistir más se
despertó desesperado, sudaba profusamente. Sintió que alguien golpeaba la
puerta de la habitación del hotel, deseó tener un arma, podía tener un arma si
lo quería, tenía el permiso y el entrenamiento para ello, pero no la tenía
porque no le gustaba portar algo que pudiera quitar la vida de otro. Volvieron
a golpear la puerta. — ¡Quién es!—exclamó Andrew.
—
¡Señor, su desayuno!—gritó alguien desde afuera, Andrew reconoció la voz del
camarero.
—
¡Ya le abro!—contestó el agente y se dirigió a
la puerta, reconoció que estaba paranoico
—Señor,
su desayuno inglés, sumo de naranjas y su taza de chocolate… ¿Se siente bien
señor?
—Tuve
una pesadilla…eso es todo.
—Yo
tenía rato tocando la puerta, y me preocupé algo. Bueno, no le quito tiempo,
que tenga buen provecho.
—Gracias.
Andrew
estaba bañado en sudor, en la mesita rodante donde trajeron su desayuno estaba
una jarra térmica de agua fría, tomó dos vasos. Se sentía débil, se sentó en su
cama y comenzó a desayunar, la comida era copiosa como la había pedido, él
estaba débil, tenía mucha hambre, como si llevase un día entero sin llevarse un
bocado. Mientras comía se preguntaba: “¿qué carajos había sido eso?, ¿había
ingerido algún tipo de droga alucinógena?, alguien lo ha hecho, fue en el
chocolate”. Pero la hipótesis de droga en el chocolate no tenía sentido, y
menos dentro de la CIA, “¿Y si fue real?, pero eso no es posible, ¿telepatía…es
posible?”
Entonces
Andrew dejó su desayuno por la mitad, se vistió en pocos segundos y salió
deprisa de la habitación del hotel, no se despidió del recepcionista. Tenía que
investigar más, tenía que entrar en los archivos secretos de la CIA, él podía
hacerlo si lo quería, solo tenía que justificarlo, y tenía que entrar en una
sala especial en dónde supervisaban
hasta el número de clics que los agentes daban al ratón, y no era exgeración. Desde luego el acceso era limitado; pero solo
necesitaba saber una cosa, quién fue Liu Gong en el período universitario.
Acarició en su mente los cincuenta grandes que le ofrecieron, pero mientras se
dirigía al cuartel general de la agencia pensaba en ese sueño extraño, aquella
conversación tan real y esa perturbadora revelación de que la marca del Diablo
fue inyectada en la humanidad, de seguro era la vacuna encontrada por USA y
Reino Unido y demás potencias, y de ser cierto, qué tenía que ver todo aquello
con la Inteligencia Artificial, por otra parte, el proyecto J.E.S.U.S era nada
más y nada menos que armas parapsicológicas, donde se buscaba derrotar al
adversario sin ningún tipo de contacto físico y sin el uso de ninguna arma
convencional, pero en lo que respecta a Andrew, él era de los que opinaba que
ninguna potencia tenía un verdadero adelanto en ello, solo cierto estudios
documentados y algunas más que otra prueba del algún monje del Tíbet, más
algunos documentos sobre magia negra.
—Buenos
días señor Smith—saludó Susana a Andrew al llegar al cubículo donde ellos
trabajaban.
—Buenos
días, Susana. Quiero que redactes inmediatamente un permiso para entrar a los Expedientes Secretos X—así le llamaba
Andrew en tono de broma a la sección de
los archivos secretos. —Y justificas la solicitud para el caso de Liu Gong y su
movimiento religioso.
—Entendido,
señor. En un instante lo tengo listo.
—Y
mándame a pedir una taza de chocolate caliente con mucha lluvia de chocolate
amargo, y algunos malvaviscos, hoy vamos a necesitar mucha azúcar y cacao, no
nos iremos de aquí sin el conocimiento de dónde se esconde este pastor
religioso.
Susana
sabría que habría mucho trabajo, estaba segura que habría el doble de trabajo
del que hubo ayer, y por la confianza que mostraba su jefe, tal vez ese mismo
día ella se ganaría tres mil dólares, y era muy seguro, además, que Andrew
elevaría su recompensa a por lo menos unos quinientos dólares más, todo para
intensificar la capacidad de trabajo en ella.
**
—
¿Cómo va el contratista del que me habló?
—Al
parecer en cualquier momento nos indicará al menos la ciudad o el pueblo donde
se encuentra escondido el reverendo Gong—dijo Héctor García, hablaba con el
segundo del director de la agencia.
—Tenemos
que neutralizar a este hombre y a sus secuaces.
>>Señor
García, me han pedido que libere al agente X-2, lo quieren monitorear para ver
cómo trabaja de asesino sigiloso.
—El
agente X-2 está listo para cumplir cualquier misión, yo mismo le he visto en
casi todos los ensayos.
—Pero
eso han sido prácticas con escenarios controlados en todo momento. Tengo
entendido que no ha sido probado en la realidad.
—No señor, pero podemos hacer una prueba más,
digamos que en un escenario totalmente real, pero a un nivel de dificultad
bajo.
—Eso
me parece bien, señor García ¿Me pasa ese encendedor, por favor?
—Sí,
tome.
—Estos
cigarros de Cuba nunca han tenido competencia, lástima que ese país aún no es
de nosotros. Bueno, proceda hoy mismo a trabajar con el X-2, hable con Richards
para establecer todo el protocolo de seguridad. Los de arriba creen que ya ha
llegado el tiempo.
—También
creo lo mismo, señor, con todo respeto lo digo.
***
“Tácticas
paranormales para ayudar a los soldados en combate, para detectar emboscadas,
espiar conversaciones, interrumpir las telecomunicaciones del enemigo,
sabotear, generar bajas por salud mental”, leía Andrew de los archivos
secretos. “El estudiante Gong posee un raro poder mental y también espiritual,
grandes cantidades de estudiantes le siguen, aun aquellos que son catalogados
como mala conducta o desadaptados
sociales”, Andrew seguía leyendo: “Sugiero que Gong trabaje para la agencia,
la seguridad de nuestra nación lo necesita, y sugiero que este peculiar hombre entre
en el sector de Parapsicología y en el de Inteligencia Artificial, ya que tiene
la extraña habilidad de colocar moral cristiana en personas incorregibles, será
más fácil en androides” “He seguido de cerca a este joven por cuarenta días,
posee una moral intachable, lo que profesa lo vive, creo que llegará a ser una
especie de reverendo o líder espiritual de calibre mundial y lo necesitamos
peleando en nuestro bando…tiene personalidad mesiánica”.
Andrew
siguió leyendo los informes de los agentes que se encargaron de reclutar a
Gong. Mientras leía encontraba cada vez más informes reveladores. Ya era un
hecho, Gong fue un agente, ahora había que encontrar su punto de quiebre con la
CIA y hallar más sobre su perfil psicológico. Andrew llevaba ya más de dos
horas leyendo y tomando notas mentales, porque nada podía salir de esa sala, es
decir, nada escrito, grabado, fotografiado, filmado o guardado en dispositivos
electrónicos, pero Andrew tenía una prodigiosa mente, y usaba además técnicas
para poder mantener la información ordenada en su cerebro, usando palabras y
números para relacionar, de manera que su cerebro lo usaba como un archivo
bastante ordenado. “Proyecto V.I.D.A. proyecto que busca el desarrollo autónomo
de la inteligencia artificial, especialmente para crear agentes y soldados
altamente eficaces”, “Proyecto EGIPTUS”, proyecto que consiste en el desarrollo
de la nanotecnología molecular para manipular el ADN de los humanos y desde
allí influir en sus pensamientos. Andrew se enfocó en esos dos últimos
proyectos, en el primero Gong llegó a trabajar allí, aportando moral religiosa
en la inteligencia artificial, del segundo no había mucha información en los
archivos secretos que a él se le permitió leer, entonces recordó el sueño:
<<Ya han logrado su objetivo en el 2020 y en el 2021 con todo aquel
teatro de circo del Coronavirus, la perfecta pandemia que aterró a toda la
humanidad, y con ese terror lograron inyectar en las personas la marca del
Diablo>>.
“Tiene que ser
EGIPTUS, se logró encontrar una vacuna o varias, un gran porcentaje de la
humanidad está inyectada, y tal vez no hubo una cura tradicional, sino el uso
de la nanotecnología, lo grande es infinito, pero lo pequeño lo es también, se
puede fabricar un refrigerador del tamaño de una célula siempre y cuando tengas
las herramientas de dimensiones moleculares, cualquier cosa se puede diseñar,
incluso, hasta pudiera haber una galaxia entera encerrada en una esfera del
tamaño de un canica, no todo fue ficción en Hombres
de Negro. O también pueden hacer algo más simple, modificar información en
el ADN, el cual posee tres mil
doscientos millones de instrucciones, y un solo 0,1 % de instrucciones nos hace
distintos entre miles de millones de seres humanos, con tan solo una milésima
se puede hacer mucho. ¿La marca del Diablo?, puede ser…me pareció ver algo así
en el libro de mi amigo: LOS HILOS DETRÁS
DEL MUÑECO, voy a consultarlo al llegar a casa”. Pensó Andrew.
Las
horas siguieron pasando, Andrew encontraba cada vez más reveladores informes
sobre Gong y hace rato ya tenía un cuadro completo del perfil psicológico de
este hombre, sobre sus gustos, sus aspiraciones, debilidades y otras cosas que
pertenecen a cualquier ser humano, pero Andrew quería más, ya no lo movía la
recompensa, le fascinó el proyecto J.E.S.U.S., proyecto que fue abortado casi
desde sus inicios por el mismo agente que lo creó, es decir, por Liu Gong.
****
—Reverendo,
¿Se siente mejor?
—Sí
diacono Bermúdez, este joven es de una mentalidad muy fuerte, de inteligencia
brillante, pero lo más importante es que es un
justo.
—Reverendo,
pero es un patriota, no dudaría en meternos una bala en la cabeza con tal de
defender la seguridad de su país.
—Allí
está el detalle, hijo, en que se dé cuenta que no trabaja precisamente para la seguridad de su país. En cualquier
momento puede tener un punto de quiebre, o mejor aún: una crisis de conciencia.
—Aun
así, ¿en cuánto tiempo tendrá ese punto de inflexión?
—Confiemos
en el Espíritu Santo, Él lo tocará.
—
¿Entrará usted en sus sueños otra vez?
—NO,
diacono Bermúdez, ya es suficiente, he dejado más que una semilla en su alma y
en su mente.
*****
—Susana, te noto cansada—comentó Andrew al ver
a su secretaria pegada a su computador.
—Lo
estoy señor, pero ya sabe que no me rindo.
—Pues
creo que con mil dólares más de recompensa, dudo que te rindas.
—Ya
no siento el cansancio—expresó Susana
mostrando una agradable sonrisa.
—Bien,
ya estamos más cerca, tengo cuatro lugares donde puede estar ahora mismo.
—
¿Y esos lugares son, señor?
—Pero
señor Smith, este hombre es muy peligroso. —comentó la secretaria de Andrew.
—Creo
que él nos espía Susana, después de todo, fue un agente, conoce a la agencia,
sabe cómo piensa.
Susana
se emocionó, de ser cierto contaría con cuatro mil dólares en efectivo, podía
sentir el olor de billetes nuevos de cien dólares. Amaba su trabajo, no haría
nada tonto para perderlo, muchas de sus amigas hacían dinero haciendo vídeos
chat hot, otras eran explotadas en algún carrito de hamburguesas, pero ella era
afortunada.
—
¡Hey Susana! ¿Qué te pasa?—gritó Andrew emitiendo un fuerte aplauso al mismo
tiempo, su secretaria parecía tener su mente viajando por algún otro lugar.
—Disculpe,
señor, me he emocionado con la posibilidad de obtener la recompensa.
—
¡Pues todavía no la hemos ganado!, así que sigamos trabajando.
—Sí
señor.
Después
de doce horas continuas de trabajo, con algunos pequeños periodos de descanso,
Susana estaba extenuada, deseaba estar bajo la ducha de su departamento para
luego cenar algo ligero y escuchar música relajante con sus audífonos. Se
sentía como cuando estudiaba para una prueba final en la preparatoria y luego
la aprobaba, era un sentimiento de gratificación por haber cumplido el objetivo
para luego irse de vacaciones de verano con la conciencia tranquila, sentía lo
mismo ahora, pero con la delicia de haber ganado cuatro mil dólares “en
efectivo”, pronto los tendría en sus manos, “mi jefe es un genio”, se dijo con
orgullo, ella tenía la idea de que trabajaba con el analista de la agencia más
inteligente que pudiera existir para ese momento. Ella iba sonriendo mientras
caminaba por uno de los pasillos del cuartel general, llevaba chocolate
caliente, galletas con chispas de chocolate y también una pequeña botella de
agua mineral.
—Señor,
aquí está su pedido—dijo Susana al colocar el refrigerio a un lado de Andrew
mientras este trabajaba en su computador.
—Gracias
Susana, hoy fue un gran día. Te puedes ir a casa, mañana te espero a las ocho
en punto de la mañana—Andrew no parecía estar emocionado por su logro, ya era
un hecho que cobraría una recompensa, más bien parecía estar más concentrado en
su trabajo; algo había mordido su interés pero ella no iba a preguntar nada al
respecto ni haría ningún comentario y menos daría una sugerencia; su jefe le
acababa de decir que se fuese a casa, y ella haría eso, ni más ni menos, una
ducha de agua caliente la estaba esperando; “como en la preparatoria”, dijo
para sí misma, se despidió y se marchó.
Capítulo IV
*
“A
comienzos del 2019, la gran nación de
China sufrirá una epidemia, se expandirá por el mundo, ha de ser de alto índice
de propagación, esta afectará el sistema respiratorio”, “El virus será el
patógeno más perfecto de todos los creados, lo suficientemente virulento para
que no lo detenga frontera alguna y lo suficientemente mortal y cambiante para
causar pánico pero que no afecte a la fuerza laboral en su totalidad, en
especial los grupos jóvenes, causando estragos en la población de mayor edad
con el propósito adicional de eliminar una buena parte del gasto social” “…Una
vez que la población mundial esté desesperada y se sienta sin salida, se podrá
sacar a la luz, la cura” “…El Proyecto Egiptus busca el control de la
humanidad, el control especialmente de sus pensamientos, sus miedos y de sus
ideologías; la nanotecnología genética finalmente lo logrará”… “Proyecto Egiptus además de lograr el control
ideológico, será el mejor proyecto publicitario jamás llevado a cabo, cada
persona o cada mente valdrá cientos de
dólares por un año, empresas como Coca-Soda, Burguer Queen y Alimentos PAM,
podrán estar en las mentes de las personas mientras duermen, en cualquier hora
del día que sea estratégica para algún producto; entonces la más rentable
materia prima no será el oro en bruto, ni el petróleo, ni tampoco la
antimateria, serán las personas, sus pensamientos y sus deseos controlados”
Andrew
no paraba de leer informes, había entrado nuevamente en la sala de archivos
secretos de la agencia, tenía que salir
de allí, lo que leía era aberrante, dantesco, él no podía creer que formaba
parte de toda aquella conspiración mundial. “Ya tenemos lo que sea que tenemos,
corriendo por nuestra sangre, y lo peor de todo es que cada ser humano que fue
vacunado, deseó ser vacunado, sin importar cuán costosa fue la vacuna, y en la
mayoría de las naciones, la OMS y el financiamiento de entidades bancarias hicieron posible que millones y
millones fuesen vacunados en el 2021 y este 2022”, pensó Andrew.
Ya
para Andrew, el caso de Gong estaba por concluir, tenía suficiente información
para encontrarlo, y por añadidura estaba en Langley, Virginia, allí mismo,
frente a sus narices. La nanotecnología y la inteligencia artificial ya habían
logrado su máximo objetivo a corto plazo, de lo primero era muy obvio, pero lo
segundo él no tenía indicios suficientes, tendría que investigar más, pero ya
su trabajo estaba casi hecho, por tanto, no tendría excusas para seguir
husmeado, a menos claro está, que hiciera lo que él no se atrevería a hacer:
robar información secreta, toda la información que pudiese. En ocasiones
Andrew, solo por fantasía, planeaba en su mente cómo podría robar a la agencia
sin que ésta se diera de cuenta. Ahora no lo tomaba cómo una fantasía, sino
como un hecho que pudiese llevar a cabo en las próximas horas. Pero entonces el
agente Smith comenzó a entrar en un laberinto mental en donde su alto sentido
del deber lo acorralaba hasta el punto de no dejarlo mover, su alto sentido de
patriotismo lo tenía atado. “No puedo robar a la agencia, no puedo robar a mi
país, tiene que haber una explicación”, “puedo hablar con algún superior, tal
vez con García, o solicitar hablar con un consejero”, “además, no puedo perder
mi trabajo…desde luego que hay una explicación y la voy a buscar”, meditó
Andrew mientras permanecía en la sala telemática de los archivos secretos.
Mientras
Andrew seguía investigando, otro pensamiento lo abordó, uno más fuerte: “al
demonio, no es mi problema, Los Estados Unidos siempre tendrán una
justificación para todo, siempre será mejor que lo consigamos nosotros a que
nuestros enemigos”, entonces una pesada indiferencia se apoderó de Andrew, se
levantó de la silla luego de apagar el computador y sin meditar más el asunto
se retiró de los archivos secretos para luego ir por un chocolate caliente y
esperar en las próximas horas su paga de cincuenta mil dólares en billetes
contante y sonantes.
**
—Nuestro
agente ha dado con la ciudad donde se esconde el reverendo Gong—informó Héctor
García al subdirector de la CIA.
—
¿Y esa es…?
—Aquí,
señor.
—
¡Langley!
—Sí,
señor. Ahora mismo el resto de nuestros analistas están trabajando sobre los
informes de Andrew Smith, y todo indica que no se equivoca.
—
¿Probabilidades de que esté realmente aquí?
Héctor
García se quedó mirando a los ojos del subdirector y luego respondió:
—Ochenta
por ciento, señor.
—
¿Y en qué estado se encuentra el agente Smith?
—Le
hemos observado, hay un cambio en su comportamiento.
—Entonces
hay que vigilarlo de cerca, este reverendo Gong tiene el extraño poder de
lograr conversos para su causa, y no queremos, ya sabe…
—Desde
luego, señor—contestó García y luego encendió el puro del subdirector antes que
éste pudiera tomar su encendedor.
—Gracias
García. Por cierto, no me has dicho nada del X-2.
—A
eso venía, señor, por ahora es todo un éxito. Pero necesita su prueba de fuego.
—Qué
tal entonces si lo prueba en nuestra propia gente, es decir, con algún agente
de la CIA—sugirió Monson, este es el apellido del subdirector.
—Pero
señor, yo creo que…
—Descuide,
García—Monson interrumpió a su subordinado. –Verá, por allí hay algunos
traidores, que sabemos que son traidores pero solo los dejamos que ellos sigan
creyendo que nosotros no sabemos nada, pues bien, tiene que haber alguien en su
lista que sea el más calificado de esa calaña de agentes, alguien que sea el
mejor en combate, en inteligencia, en sigilo y en resistencia mental.
—Sí
es así ya tengo el indicado señor. Adrián Sánchez, el cubano.
—Oh,
he escuchado muchas cosas de ese cubano—expresó Monson luego de dar una honda
calada a su puro. Así que, fíjele la misión al X-2, veamos que tan buena es la
Inteligencia Artificial. Y si tiene éxito, irá por el principal objetivo.
Capítulo V
En
los niveles subterráneos de la agencia, en el antepenúltimo nivel, de diez
pisos, dentro de una sala de clima
controlado a una temperatura de 08 ºC, yace en un conjunto de camillas
reclinables que en ese momento hacían de asientos. Allí se encontraban al menos
treinta elementos de lo que parecían ser humanoides, estaban sin ropa, a
excepción de un trozo de tela que le cubría lo que nosotros solemos llamar
genitales. Si alguna persona del mundo exterior pudiera ver por un instante
aquella escena, le vendría a la mente la primera película de Soldado Universal,
y a pesar de la tecnología alrededor y de la asepsia extrema, la sala era
dantesca. Entre esos humanoides estaba en reposo el X-2, el tercer mejor de los
agentes de Inteligencia Artificial, el X-2, que en realidad es una compleja
computadora cuántica colocada en un cuerpo varonil de aspecto caucásico y de
cabello rubio bastante claro. El X-2 era un cuerpo producto de la electrónica,
la informática cuántica, la biomecánica y la nanotecnología.
—Despierta X-2—dijo un
hombre regordete que llevaba una bata blanca, después de dar la orden dio un
mordisco a una grasienta rosquilla de chocolate.
—He despertado, señor
Wilson—respondió el X-2 dirigiéndose al científico que luego colocó la
rosquilla sobre el abdomen de otro humanoide contiguo a la camilla del X-2.
Después empezó a repasar una agenda dónde tenía las indicaciones precisas de
sus superiores.
— ¿Sabes quién es
él?—preguntó el científico regordete, señalando una foto impresa del algún
agente.
—Sí, señor, es el
agente Adrián Sánchez, es un elemento que trabaja sólo en el campo, está
acusado de rebeldía aunque todavía hace trabajos necesarios para la CIA, aun
cuando ésta sabe que vende información a los Alemanes y a los Británicos. Su
alias es Ricardo Duarte, alguien que suele vender antigüedades por internet…
—Bien Agente X-2,
pare—expresó el científico, luego tomó la rosquilla sobre el abdomen del
humanoide y le dio un gran mordisco, para luego hablar con la boca llena.
–Tienes la orden de asesinarlo de una manera discreta, queremos que se vea la
escena como un ajuste de cuenta por drogas y…—el regordete seguía dando
instrucciones con la boca llena de rosquilla. –Y no me mires así, X-2, sé que
soy obeso y que las rosquilla terminarán por matarme, ya sea por diabetes o un
infarto al corazón.
—O también puede sufrir
un accidente cerebro vascular, lo digo con todo respeto, señor.
—Sí, sí, como sea. Ya
tienes tu orden. Pasa por donde la señorita Brown, ella te equipará con todo lo
necesario…, por cierto, tienes que tener mucho cuidado con el cubano, te puede
convertir en una tostadora.
—Tendré cuidado, señor.
—Te tengo aprecio, X-2,
aunque creas que yo solo aprecio a las rosquillas.
—Aun no entiendo eso
del aprecio señor, pero en teoría sé lo que es. Se le llama amor.
—Pero no es amor, ni
por carajo estés pensando eso. No tendría amor por…
—… ¿por una máquina?
—No quise decir eso.
—No me ofende, sé lo
que soy y eso está bien para mí.
—Bueno, cortemos el
rollo, no convirtamos esto en una película de drama. Yo soy un científico y tú
eres un Terminator, somos lo que somos.
—Somos lo que somos,
señor—repitió el androide.
El agente X-2, luego de
conversar con el hombre de las rosquillas se dirigió a la armería y sala de
equipamiento, y se posó frente a la agente Brown.
—X-2… en su primera
misión de importancia, no creo que sobreviva, lo digo con franqueza, pero le
daré los mejores equipos y las mejores armas, es que ese cubano es todo un
zorro viejo, y si le soy franca…él ya le debe estar esperando, aunque no lo
crea los agentes solitarios de alguna manera se enteran de todo—dijo la
señorita Brown, una hermosa rubia encargada de la armería de los agentes de
Inteligencia Artificial.
—Sí fuese humano,
tendría miedo con todo lo que me ha dicho.
—El miedo nos
protege—contestó la agente de armería.
—Sé lo que es la
prudencia, y sé la importancia de mantenerme con vida. Aunque sé que usted no
le gusta que mencione que tenemos vida.
—Me conoce agente X-2,
me conoce muy bien, ya sabe todo lo que pienso de ustedes, para mí son solo un
grupo de aberraciones, creaciones del regordete. No podrán sustituir la
inteligencia humana.
—No fuimos creado para
sustituir, somos un complemento, una ayuda idónea para ustedes los humanos—dijo
el X-2 mientras se equipaba con lo que le suministraba la agente.
—Eso dices ahorita,
mañana seremos sus esclavos.
— ¿Sigue esas teorías
conspirativas creadas por Isaac Asimov?
—Yo lo creo todo, X-2.
No le tengo miedo al equivocarme, soy de las que prefiere estar preparada.
—Es por eso que apuesta
a que no regrese.
—La verdad sea dicha,
gano mucho dinero con ustedes, me conviene que el programa se mantenga, pero
respiraría de alivio si el cubano triunfa.
—Sí el agente triunfa
igual el programa gana, seré un experimento entonces para que otro no falle, y
luego harán otro como yo o tal vez mejor.
—Sí pero te recuerdo,
cariño, que cada uno de ustedes es dos veces más costoso que un caza F-22.
—Mientras Los Estados
Unidos tenga el domino económico y el dólar sea la moneda número uno del
intercambio comercial, cualquier cantidad es irrisoria mientras se imprima
billetes sin límites.
—Eso se lo dices a los
contribuyentes…, y bueno, ya basta de tanto bla, bla, bla. Ya está listo.
—Me falta mi arma
reglamentaria.
—Lo sé, aquí está—expresó
la agente Brown y colocó una hermosa pistola automática sobre una mesa
metálica.
— ¿Mi arma
secundaria?—dijo el X-2.
—Hoy solo tendrás este
magnífico cuchillo como arma secundaria, y créeme, no te estoy saboteando, te
aseguro que lo necesitarás contra el cubano. Es verdad que quiero que él acabe
contigo, pero es mi responsabilidad que tengas lo adecuado para cada misión.
—Descuide señorita
Brown, sé que tiene una moral casi intachable.
— ¡Casi! ¿Qué quieres
decir con eso?
—Mis niveles de sentido
común no me permite por ahora responder esa pregunta. Gracias, nos vemos
pronto.
—Espero que
no—sentenció la agente.
Capítulo VI
Adrián
Sánchez aparentaba ser un hombre de escasos recursos, vivía en los suburbios
más bajos de Langley, su casa era pequeña pero de dos plantas, estaba bien
conservada aunque de pintura abandonada por mucho tiempo, lo que daba el
aspecto de un hogar de pobreza. Dentro del recinto de este hombre era
suficientemente cómodo para una persona corriente. Dos días antes que el agente
X-2 fuese enviado para asesinarlo a él, se encontraba arriba de la terraza de
su casa haciendo una barbacoa al muy estilo de lo caribeño, en su mano sostenía
una cerveza y en la otra tenía un tenedor largo con el que pinchaba los filetes
para darle vueltas. En su boca apretaba un cigarrillo largo, le daba varias
aspiradas mientras el humo salía de su boca para sumarse al humo abundante de
la barbacoa, ya él tenía conocimiento previo de que la CIA había enviado a un
agente para asesinarle. Morir no le importaba a él, veía la muerte como una
oportunidad de apagar para siempre los remordimientos de su conciencia.
Meditaba sobre el hecho de que hubiese sido mejor haberse quedado en las
fuerzas armadas de su país natal y no haber desertado solo para llenar su alma
de sangre.
Maldijo
a Fidel Castro y a su hermano, tal vez ellos eran los culpables de su
situación, o peor aún, tal vez ellos siempre tuvieron razón. Como sea que fuese
ya el daño estaba hecho. Esperaría a ese agente, disfrutaría de una muy buena
barbacoa por si acaso moría.
— ¡Hey Cuba! ¡Dame algo
de ese asado!—gritaban algunos adolescentes desde la calle al ver a Sánchez
haciendo barbacoa—. ¡Vamos, lanza uno de esos filetes para acá!
Entonces
por los aires, como si fuesen platillos voladores, iban dos filetes que cayeron
a los pies de los muchachos, luego viajaban de igual manera varios panes de
hamburguesa.
— ¡Allí tienen, no me
fastidien más!—gritó el agente cubano quien se hacía pasar por un pobre y
solitario hombre, veterano de guerra y adicto, que solo vivía de su pensión de
sargento y de un seguro médico post trauma de guerra. Claro está que todo era
un montaje, en su propia casa al menos tenía unos 400 mil dólares en efectivo
junto a un puñado de joyas y diamantes.
Cuando
la barbacoa estuvo lista, Adrián se sirvió un copioso plato en donde abundaban
filetes de res de los mejores cortes y pescado asado de el que él solía comer
en la Habana junto a sus tíos pescadores. “Y ahora por qué querrán matarme,
tengo mucho tiempo sin meterme en problemas, y mi último trabajo hizo que el
Tío Sam se sintiera orgulloso para luego sentarse en su sillón a fumar su
pipa…estos gringos son muy enredados, nunca termino de conocerlos, los
comunistas son más sencillos, aunque estos cabrones gringos si es que saben
divertirse a lo grande con mucho dinero…si salgo vivo de esta, cumplo una
misión más y me voy a Cuba con todo este dinero, hablaré con Raúl, si me
quieren ahocar que lo hagan, yo vuelvo a Cuba, yo quiero morir en la Habana,
así sea detrás de unas rejas todo el resto de mis días, aun cuando los cerdos
comunistas me quiten todo mi dinero, de todos maneras estarán felices con algo
de información de su principal enemigo, esa información es más valiosa que
hasta mi dinero, esa información me dará algunos privilegios, a Raúl le encantará,
esto si salgo vivo …como sea gano, como sea ya he ganado”.
Capítulo VII
Andrew
iba tranquilamente caminando por los pasillos de la agencia, se había detenido
un momento en la cafetería para disfrutar de un chocolate caliente. Encima de
la mesa, donde él se encontraba disfrutando de su bebida favorita, estaba un
computador de los años ochenta, era de color crema y tenía su propio teclado y
un pequeño monitor incorporado.
— ¿Y qué tienes allí
Andrew, estás volviendo al pasado con ese dinosaurio de museo?—preguntó un
compañero de Smith.
—Realmente aquí llevo
casi toda la información secretea de la CIA—contestó Andrew.
El colega de Andrew,
quien bebía café, se echó a reír.
—No sabía que eras
humorista, Andrew, por cierto he sabido que te has embolsillado cincuenta
grandes en efectivo. Estés haciendo lo que estés haciendo tiene que ser muy
bueno, colega.
Andrew permaneció
callado ante ese último comentario.
—Vamos, colega, no
estés molesto, sabes que aquí se sabe todo.
—Descuida, no estoy
molesto—dijo Andrew y luego se levantó, había dejado su chocolate a la mitad.
— ¿Y qué harás con toda
esa pasta?
—Me consumiré todo en
drogas duras, amigo, hasta quedar en coma. Pero dejaré la mitad del dinero para
luego pagar el hospital que desintoxicará cada gota de mi sangre.
—Vamos, compañero, que
tú ni fumas cigarrillos.
Andrew no contestó más
nada y simplemente se marchó.
—Es un arrogante…—dijo su
compañero mientras veía a Andrew salir
de la cafetería—pero es un genio—añadió después con una mueca.
Andrew
aparentaba andar con naturalidad, pero sabía que de ser descubierto pagaría al
menos diez años de cárcel, no entendía él porque estaba ejecutando un delito de
traición a la patria; podía devolverse, podía llevar el viejo computador al
taller de informática de la agencia o podía donarlo para el museo; pero lo
consumía una fuerza superior a él, era la fuerza de “la verdad”, quería conocer
la verdad, “y la verdad os hará libre”, citó en su mente a Jesús de Nazaret,
“pero a mí me meterá en la cárcel”, dijo para sus adentros.
—Buenos días señor
Smith—dijo el oficial supervisor de seguridad en la entrada principal del
edificio del cuartel general.
—Buenos días señor
Cruz—contestó Andrew y dejó el equipo antiguo sobre el escáner de rayos X
después entró por el detector de metales.
— ¿Por qué está sacando
este equipo antiguo?—preguntó el oficial supervisor.
—Estoy robando
información secreta de la CIA, señor Cruz.
—Eso no son juegos,
señor Smith, puede ser arrestado por traición a la patria, aún por el simple
hecho bromear.
—Disculpa. La realidad
es que quiero recuperar este equipo y ponerlo en subasta por eBay, no creerás
cuánto pagan por esta belleza si está al cien por ciento funcional.
— ¿Cuánto pueden pagar,
500 dólares?
—No señor Cruz, si todo
sale bien en la subasta pueden pagar entre 1800 a 2400 dólares.
— ¡Válgame! Tiene que
invitarme algo si lo logra vender.
—Te prometo dos
hamburguesas con queso y papas y malteada para el almuerzo.
—Ya lo ha prometido,
señor Andrew.
—Siempre cumplo mis
promesas.
—El equipo está limpio,
señor—dijo otro oficial de seguridad, dirigiéndose al oficial supervisor.
—Aquí está su equipo,
le deseo una buena reparación y una buena venta.
—Seguro, y muchas
gracias señor Cruz.
Ya
no había vuelta atrás, Andrew llevaba con él, al menos 12 GB de información
secreta contenida en archivos comprimidos. Todo ello en una simple memoria de 32
GB, una memoria del tamaño de una uña y de un milímetro de espesor, de esas que
cualquier persona puede adquirir para su teléfono móvil.
Andrew
era un especialista en psicología humana, por eso estaba tan seguro de poder
salir por la puerta principal con archivos secretos. Había ejecutado su crimen
perfecto solo con un poco de conocimiento informático y lo demás fue pura
psicología humana. Ya no podía ser descubierto, a menos que cometiera ciertos
errores desde afuera del cuartel, desde allí era vulnerable. Existía la
posibilidad de que él jamás abriese esos archivos, pero el delito ya estaba
consumado, tocaba ser cauteloso como el zorro y cándido como paloma.
—Hola,
agente X-2. Debo confesar que si no me entero de qué eres un maldito robot
juraría que eres humano.
—Y
yo juraría, que si no es por tu rostro, jamás pensaría que eres un agente, sino
un indigente.
El
cubano dio una sonrisa de desprecio, ambos agentes estaban a una distancia de
doce metros entre ellos. Entonces Adrián hizo un movimiento.
—
¡No hagas eso! No funcionará—gritó el X-2.
Pero
el cubano le ignoró y luego apretó un botón.
—No
te quedes mirando hacia arriba, tu trampa está bien hecha, nada ha salido mal,
solo la he saboteado, así que esos 2.4 toneladas de escombros no me caerán
encima. —dijo el androide.
“Pero
cuándo y cómo”, pensó Adrián, un frío recorrió su cuerpo, sintió que estaba
parado frente a alguien muy superior.
—Ustedes
los humanos acostumbran a prepararse para un evento inminente, eso es bueno,
pero en realidad a lo que le temen es a lo desconocido, en otras palabras, al
caos; pero nosotros hemos nacido para llevar orden al caos y también podemos
vivir dentro de él.
El
cubano conservó la calma, estaba entrenado para ello, solo encendió un
cigarrillo.
—No
llevan un siglo de vida y se creen la raza superior.
—Ante
ustedes, cualquier raza es superior. Están condenados a la extinción, solo son
una raza arrogante que han destruido otras especies a costa de su
codicia—replicó el X-2.
—Ustedes
no son santos, ahora mismo procuran nuestra destrucción—contestó el cubano para
luego exhalar humo.
—No
es que procuramos su extinción, solo llegamos para acelerar lo inevitable a fin
de que otras especies puedan descansar.
—Entonces
que empiece la guerra y veremos si podréis contra la humanidad.
El
cubano levantó su mano derecha y volvió a apretar el botón, el X-2 lanzaba una
mirada hacia el cubano, su ceja derecha se levantó, luego dijo:
—Ya
te he dicho que no funcionará—luego apuntó con su pistola al centro de la
frente del agente cubano.
—Ustedes
tienen la inteligencia, nosotros la experiencia. Hasta luego agente X-2.
Entonces
más de dos toneladas de escombros y chatarra venían cayendo hacia el X-2. El
androide levantó la vista y reaccionó tres veces más rápido de lo que hubiera
hecho el atleta humano mejor entrenado. Adrián se impresionó ante aquel salto, definitivamente
no era humano aquello.
X-2
se había movido con mucha rapidez, pero no había alcanzado el éxito total, una
parte de los pesados escombros habían caído sobre él, la mitad de su cuerpo
había quedado aprisionada; estaba atrapado, pero estaba vivo, ningún humano
hubiese logrado aquella Azaña. El cubano entonces se acercó hacia el androide
para dar el tiro de gracia.
—No
lo has hecho mal. Sabes, te preguntarás ¿cómo he logrado vencerte?, me has
espiado por varios días, has saboteado todas mis trampas, has acabado con todos
mis sistemas de alerta, eres más inteligente que yo.
>>Pero
aun así, los humanos somos algo complejo—Andrian se había inclinado para hablar
de cerca con el androide, quien buscaba zafarse de la chatarra que aprisionaba
la mitad de su cuerpo, el cubano continuaba hablando—. Nosotros los humanos
contamos con un elemento que se llama: traición, has perdido amigo mío, porque
alguien te ha traicionado. Verás, es alguien que está muy interesado que tu
especie tenga vida solo como una estrella fugaz. Así que, ¡Game O…
—Game
Over—completó el X-2 para terminar la frase del doble agente cubano, quien ese instante se esforzaba por llevar
aire a su organismo y al mismo tiempo trataba de detener la copiosa hemorragia
de su yugular, en pocos segundos su cerebro se apagaría, al fin descansaría en
paz de una vida llena de peligros y privaciones que comenzaron desde su natal Cuba,
no lo pudo derrotar jamás el sistema comunista de Fidel, pero sí lo había hecho
el sistema capitalista que tanto había amado, “el Tío Sam nunca pierde”, alcanzó
a recordar aquella frase de un buen amigo norteamericano que lo introdujo en la
agencia.
El X-2 desde su complejo cerebro basado en
nanotecnología y sistema de cómputos cuánticos, establecía comunicación con su
superior, la misión había sido cumplida y él continuaba con vida, aunque
necesitaría ayuda para liberarse de la trampa del cubano y también necesitaría
una nueva parte inferior de su cuerpo, o tal vez todo un cuerpo nuevo y
mejorado.
Capítulo IX.
Andrew
podía vender aquella información robada a los rusos o a los chinos, de seguro
pagarían al menos 50 millones de euros, más toda la protección necesaria para
él, Andrew era un patriota pero no era un tonto desfasado de la realidad, sin
embargo no lo movía tal cantidad de dinero, dentro de su mente, en algún lugar
de su alma, había algo que lo movía a conocer la verdad, quería al menos saber
para qué bando estaba jugando y sí estaba jugando para los chicos malos tendría
entonces que renunciar, tal renuncia no sería fácil de conseguir, no en un
instante, eso levantaría sospechas, así que ya tenía un plan para renunciar. Eso
de saber que estaba siendo parte de una conspiración para ejercer control total
sobre la humanidad, en donde una aristocrática élite movería los hilos del
poder a su antojo, sin oposición importante alguna.
Los
archivos robados tendría que abrirlos desde un computador o dispositivo que no
estuviese monitoreado. Así que, ahora quedaba planificar en donde
descomprimiría los archivos para visualizarlos. Ya Andrew había pensado en el
dispositivo de visualización, sería muy difícil para la agencia descubrirle tal
dispositivo, pero el desafío estaba, como se dijo antes, en descomprimir los
archivos.
“All
Computer Shop”, allí sería un buen lugar ya que era una amplia tienda con
espacios extensos para que los fans de reparar equipos antiguos tuvieran todo a
su disposición, pero para que el cliente disfrutara de esos privilegios tenía
que pagar una membresía especial, Andrew no la tenía pero podía pagarla ahora
mismo, poniendo manos a la obra lo más pronto posible, ya que el tiempo era su
mejor aliado, aunque desde luego también podía convertirse en su más letal
enemigo. Andrew comenzó a tener un extraño sentimiento de seguridad, de que
todo saldría bien, no obstante, estaba jugando con fuego y un error… y todo un
infierno se vendría en su contra.
Lee ( EL CABALLERO MALDITO (del mismo autor)
Capítulo X
García
recibía una foto de cómo había quedado el X-2 luego de la batalla única que
había tenido contra el cubano, y también vio una foto del cubano muerto. “El
androide ha quedado añicos, pero ha cumplido con la difícil misión, creo que
ningún agente de carne y huesos podía asesinar al cubano”, meditaba García,
sabía que los resultados le encantarían al subdirector. El hecho de que el
androide fue casi aniquilado solo mostraba un aspecto positivo del experimento,
“no son invencibles, pero sí eficaces”, esto terminará de convertir a los EE.UU
en la primera potencia absoluta del futuro, “tendremos un verdadero ejercito de
vigilantes que ejercerán control al 80% de la humanidad.
Capítulo XI
Toda
la humanidad estaba distraída en cómo salvarse del Covid-19 y sus variantes y
de cómo hacer dinero en medio de una pandemia en donde los gobiernos cada vez restringían
más el movimiento de las personas comunes afectando así sus economías
familiares aunque la realidad era que se estaba haciendo mucho más dinero que
antes de la pandemia, solo que ese gran flujo de dinero se movía ahora en otros
ángulos, y la pandemia era más bien una espesa neblina que bloqueaba la visión
de la opinión pública, todo seguía estando allí, en el mismo lugar, las mismas
fábricas trabajando y produciendo más que nunca ganancias a una masa de humanos
aterrados y paranoicos, deseosos de obtener la anhelada vacuna que pondría fin
al infierno virtual y real creado en la tierra, pronto todos recibirían la
añorada vacuna, muy pronto, todo estaba saliendo a la perfección, pero había
hombres como Andrew que sí eran verdaderos virus que podían afectar al sistema,
o al menos hacerlo sufrir una buena fiebre.
Capítulo XII
—Señor,
estoy aquí para comunicarle que se ha escapado información sensible de nuestros
archivos Top Secret.
—
¿Qué tipo de información, agente García?
—Todo
lo que tiene que ver con el proyecto del reverendo Gong.
—Eso
se puede solucionar, no me parece nada grave.
—Pero
es que eso no es todo, señor.
—
¡Vaya al grano García!—el subdirector se había exasperado, luego intentaba
encender un puro.
—Ha
sido extraído en un cuarenta por ciento todos nuestros archivos de inteligencia
artificial y eso incluye a nuestros agentes androides.
—
¿Hay algo más que haya salido de nuestros archivos?—el subdirector dio varias
caladas a su puro, intentado conservar la calma.
—Sí,
señor.
—
¡Pues termine de una vez!
—Es
sobre el SARS-CoV-2.
Un
incómodo frío recorrió el cuerpo del subdirector y ahora se servía una generosa
copa de algún licor, no iba a permitir que sus emociones le hicieran perder el
control.
—
¿Qué porcentaje, García?—agregó luego.
—Un
treinta por ciento, señor. Pero eso es suficiente para comprometer la seguridad
de Los Estados Unidos—García por el contrario se mostraba impasible, no tenía
miedo ante la nueva situación, aun así mostraba una completa subordinación ante
el subdirector de la agencia. Luego prosiguió—Señor, ante esto ya hemos tomado
algunas medidas de control de daños para mantener la opinión pública a raya.
—Ahora,
dígame de dónde ha venido el ataque.
—Creemos
que el mismo Gong está detrás de esto en complicidad con algún agente nuestro
de alta confianza.
—
¿Está seguro que fue Gong y no fueron los rusos o los chinos u otro enemigo?
—No
al cien por ciento, señor. Pero tengo buenas razones para suponer que no fueron
los chinos, ni los rusos y menos nuestros enemigos de oriente medio.
—Y
qué me dice de Venezuela.
—Nada
que ver con ellos, señor.
—Mientras
ese maldito reverendo esté libre por las calles seguirá siendo un dolor de
cabeza. Siempre dije que fue un error su captación para la agencia. No lo
quiero vivo, lo quiero muerto, exterminado, al igual que los fanáticos de su
religión. Aun cuando él no haya sido, quiero que sea exterminado junto a sus
fanáticos seguidores.
>>Su
agente estrella, quien dijo que Gong está aquí mismo en la ciudad, quiero que
me lo traiga hasta acá, quiero involucrarlo directamente en la búsqueda de
Gong, lo quiero en el campo, así no sepa manejar un arma. Despéguelo del
asiento de su computador, y a usted mismo lo quiero con su trasero en la calle,
buscando a ese fanático. Y quiero saber dentro de dos horas quien o quienes
agentes han colaborado con Gong.
—Sí,
señor, ya tenemos un equipo investigando al traidor. Con permiso señor, voy a
trabajar.
—Ya
sabe García, tiene dos horas o me presenta su renuncia al cargo, y lo pondré
como encargado de seguridad de estacionamiento.
—Entendido
señor—Si García hubiese estado en el Ejército ya hubiese tensado su cuerpo y
dado un saludo militar a su superior para luego retirarse y cumplir la
orden.
Capítulo XIII
La
paranoia se había apoderado por completo del agente Smith, ahora su mente era
portadora de un conocimiento que ahora mismo no deseaba tener. Sentía fiebre,
era el sufrimiento de una agonía mental, su conciencia le ardía en mil llamas.
Era él parte de toda una trama de conspiración que llevaba muchas décadas.
Andrew intentó calmarse, cerró los ojos e hizo una oración en silencio, el
hablar con Dios le empezó a dar cierta calma, aunque el fuego de la llama en su
conciencia seguía ardiendo, pero ahora intentaba encontrar una solución en vez
de hundirse en la angustia para evitar quitarse la vida.
Andrew
miraba a través de la ventana de la cabaña donde se encontraba, era un sitio
adquirida por él hace solo un año, un lugar apartado de la ciudad pero con
electricidad, aunque la señal para móviles era mala, por no decir que no funcionaba.
Miraba hacia un bosque de árboles de pino y eucaliptos, veía como la brisa
hacía especies de ondulaciones en el bosque, la fragancia natural de aquellos
árboles penetraron su olfato, era agradable en extremo, cerró los ojos y dio un
sorbo a su chocolate caliente que ya estaba frío: “Estoy atrapado”, se dijo a
sí mismo, “no debí meter mis narices en dónde no debía, nunca debí entrar a la
CIA, pero ya estoy aquí, soy parte de esto, pero puedo pararlo haciendo esto
público y notorio ante el mundo…moriría, ya estoy muerto, tengo que aceptarlo”,
Andrew continúo meditando, luego empezó a llorar, no estaba casado, no tenía
hijos y ni siquiera una novia, el pensar eso lo deprimió de una diferente modo,
aunque desde otro ángulo era bien que no tuviera familia, de tener una, ellos no
merecían sufrir por los actos de su padre y esposo; pero deseó al menos tener
una novia, alguien del sexo femenino a quien pudiese abrazar, recibir consuelo
y palabras de aliento…pero también era mejor así, entonces vino a su mente Susana,
la bella y eficaz asistente, era muy hermosa, pero siempre mantenía sus
sentimientos congelados frente a ella, no obstante, ese témpano de hielo
comenzaba a gotear, “sin duda eres una mujer muy hermosa y de cualidades
increíbles”, “ ya que importa, estoy destruido”.
Mientras
Andrew permanecía observando a través de la ventana, notó que algo, un animal,
tal vez se movió muy rápido a través de la arboleda, “debería tomar mi rifle y
salir a cazar, nunca he cazado ni un conejo en mi vida, pero me hará bien
salir, de pronto notó algo extraño en el bosque algo fuera de lo común, “juro
que vi personas…oh no, son fuerzas tácticas”, un frío penetrante recorrió el
pecho de Andrew, sintió su corazón latir con fuerza, casi podía escucharlo
dentro de su pecho. Sin quitarse de la ventana vio que en medio de los
elementos de fuerzas tácticas, venía un hombre en medio de ellos, avanzaba con
naturalidad, llevaba puesto un sobretodo negro y su cabeza estaba rapada.
“¿Vienen a arrestarme o vienen a asesinarme?”…”No voy a morir, no hoy”, Andrew
se apartó de la ventana tomó su arma reglamentaria, la cargó, también tomó su
rifle de cacería y varias pequeñas cajas de cartuchos, en el granero tenía una
moto de cuatro ruedas repleta de gasolina, y conocía muy bien el centenar de
hectáreas del bosque en donde había adquirido su cabaña. Tomó un morral y lo
equipó con todo lo que pudo en solo veinte segundos, su cerebro trabajaba muy
bien en instantes, el miedo no lo paralizó y el deseo de no morir, o mejor
dicho, su instinto de supervivencia estaba actuando correctamente. Entonces
cuando se disponía a salir por la puerta trasera para ir al granero, tomar su
moto y salir echando leches, otro comando de fuerzas especiales se acercaba
hacia el granero, y en medio de esos soldados también venía avanzando un sujeto
con sobretodo negro, muy similar al que avanzaba en el otro extremo, a
diferencia que este otro llevaba puesto un gorro de montaña.
Andrew
estaba acorralado como un ratón, los gatos hambrientos eran muchos, no había
oportunidad, pero aun así Andrew no se iba a rendir, aun así no pensaba que iba
a morir, aun cuando la muerte ya fuera cien por ciento inevitable. Aseguró
puertas y ventanas, y desde su chimenea se hizo un improvisado parapeto, y con
rifle y pistola en mano iba a defender su Álamo.
Capítulo XIV
Susana
apreciaba los cuatro mil dólares sobre su mesa, su jefe había cumplido con su
promesa de darle una recompensa, siempre lo hacía. Ella se alistaba para irse
de vacaciones por diez días, visitaría a su tía y luego iría a Orlando y a
Miami, estaba algo emocionada y mientras seguía viendo el fajo de billetes
pensó en Andrew Smith y lo perfecto que sería largarse con él esos diez días de
vacaciones, él solo le mencionó que tomaría un descanso por un par de días en
lugar tranquilo y no tan alejado de la ciudad, una cabaña tal vez. Ella pudo
haberlo invitado a irse con ella, pero no se atrevió, le dio mucha timidez
hacerlo, pero ahora se arrepentía de no haberlo intentado. Para ella era
irónico que desease invitar a salir a un hombre cuando ella ahora se daba el
lujo de rechazar muchas citas, y ahora la rechazada era ella, aunque la
realidad era que nunca había sido rechazada por Andrew, ella solo lo asumía. “Y
bien, ya está, tu jefe es un hombre bello y encantador, pero eso no impedirá
Susana, que te diviertas y tomes un buen descanso”, se dijo Susana, que con el
dinero de Andrew, más el que ella había ahorrado para unas pequeñas vacaciones,
sumaba casi ocho mil quinientos dólares, más su tarjeta de crédito por si
llegase a necesitar más. Primero pasaría dos días en casa de su tía, donde compartiría mucho con ella,
probando sus recetas y recibiendo mucho cariño, y además dormiría bastante ese
par de día, saldría regenerada de allí para luego tomar un vuelo hacia Florida.
—
¡Buenas tardes!—gritó alguien desde el
otro lado de la puerta del departamento de Susana, lo hizo después de tocar el
timbre.
—
¡Sí, quién es!—preguntó Susana.
—Tengo
un paquete para este departamento, me han dicho que es un regalo.
Susana
se tocó el mentón con los dedos de su mano derecha, meditaba quién podría ser,
“¿Andrew?, no creo, no es su estilo, debe ser algún pretendiente, pero y si
fuese Andrew”. La secretaria del agente Smith decidió acercarse a la puerta,
pero en un instante tuvo una mala corazonada,
así que tomó su nueve milímetro de corte ligero.
—Deje
el paquete allí y se retira—había ordenado Susana en una voz imperativa.
—Disculpe
necesito que firme esto.
—Entonces
retírese con su paquete y dígale al remitente que lo traiga el mismo.
—Cómo
quiera—dijo el cartero. –En fin, no es mi problema—agregó el hombre.
Susana
vio a través del ojo de la puerta, cómo el hombre se retiraba, dio la espalda
para seguir preparando sus cosas para el viaje y de pronto sintió un gran
estruendo y luego una fuerza bruta que le hizo irse de bruces contra el piso,
había quedado aturdida pero en ningún momento soltó su arma, de pronto un
hombre muy alto aprisionaba con su pie izquierdo la mano con que la secretaria
apretaba su arma, y con su otro pie apretaba el pecho de la joven contra el
piso, Susana sentía que sus fuerzas la abandonaban, aquel gigante aprisionaba
su corazón impidiendo el bombeo regular de sangre hacia el cerebro. Luego de
unos segundos Susana se desmayó.
Lee ( SOMBRAS DE UN DIARIO (del mismo autor) )
Capítulo XV
—
¡Agente Andrew!, ¡No hemos venido a asesinarle!—gritó una voz que nunca antes
había escuchado. — ¡Pero si se resiste tomando armas contra nosotros, lo
sacaremos hecho cadáver!
—
¡Entonces vengan por mí!—exclamó Andrew y disparó su rifle apuntando hacia una
de sus ventanas, y por muy lejos estuvo de darle a alguien.
—
¡Así será!—volvió a gritar la voz, entonces dispararon desde afuera rompiendo
varias ventanas, luego, a través de esas ventanas rotas, entraron tres granadas
lacrimógenas las cuales poseían abundante humo.
Andrew
no veía nada, y el químico de las granadas le daba la sensación real de
ahogarse, sumado al fuerte ardor en los ojos, recordó que dentro de sus
herramientas tenía una máscara de doble filtro para pintar. A tientas y
esforzándose por no colapsar, avanzó al centro de la sala y abrió desde el
piso, una portilla, se introdujo allí y cerró inmediatamente, asegurando la
portilla, el humo lacrimógeno penetraba levemente por las rendijas de madera,
respiró una bocanada de aire limpio y sus ojos ya no ardían tanto. El sótano
estaba oscuro, no iba a encender la luz. Tanteando fue hasta sus herramientas y
encontró la máscara con facilidad, luego se escucharon estallar granadas de
aturdimiento y las puertas fueron echadas abajo. “Tengo que huir”, se dijo
Andrew, el sótano tenía salida, pero necesitaría desencajar el marco de la
ventana hacia el exterior. Tomó una linterna de las herramientas, arriba se
escuchaban decenas de botas avanzando hacia el interior de su cabaña. Tomó una
palanca y sin perder tiempo desencajó la ventana con un modesto esfuerzo. Salió
por la ventana y empezó a correr, apenas miró atrás, corría con todas sus
fuerzas. A poco más de un kilómetro tenía Andrew un bote en el lago era su
único chance, gracias a los cielos correr para él no era ningún problema, sus
condiciones físicas eran excelentes, en pocos segundos aquellos hombres ya
sabrían que él había huido de la cabaña y los tendría mordiéndole sus talones,
su único chance era huir por agua en su bote e ir a quien sabe dónde, huir toda
su vida, ya no habría más tranquilidad, todos sus sueños solo se reducirían a
mantenerse en libertad, no podía huir con los rusos ni con los chinos, ya él
sabía que aquellas potencias eran aliados clandestinos de occidente y eran
parte de todo aquel teatro del COVID y todas sus variantes que tanto daño
hicieron a la humanidad. Pensó en Cuba, podría permanecer allí, pero de alguna
manera Cuba también le afectaba ya que era socio de países como Rusia y China.
Estaba perdido, solo le quedaba hacer público a la humanidad todo lo que había
descubierto, y que de alguna manera fuese la opinión pública que lo mantuviera
con vida. Entonces Andrew escuchó motores de motocicletas todoterreno y algo
alumbró su rostro, después notó que había más iluminación a su alrededor, eran
pequeños drones volando a su alrededor que lo perseguían como avispas furiosas,
“vamos, no te rindas, tú solo corre, corre más fuerte”, se decía Andrew, ya
solo le faltaba unos trecientos metros para llegar, escuchó más de cerca a los
motores de esas motos, de pronto un gran hombre salió a su encuentro y lo había
derribado con su brazo, Andrew había caído a tierra y ahora le costaba
respiran, aquel golpe había sido muy fuerte, como si un pesado jugador de
futbol americano se estrellara con su casco sobre su pecho, sintió más de cerca
a las motos, y los drones ahora se mantenían estáticos, manteniéndose alrededor
de él y alumbrándolo. Con las pocas fuerzas que le quedaban al agente de la
CIA, intentó tomar una de sus armas, pero notó que estaba desarmado, el hombre
que lo había derribado sostenía su rifle y pistola para luego arrojarlas fuera
de su alcance. Andrew notó que quien lo había derribado era uno de los mismos
hombres de sobretodo negro que hace solo un instante estaba alrededor de su
cabaña, “Es imposible, cómo me ha alcanzado”, en ese instante sintió que ya los
motorizados lo rodeaban.
—
¿Dónde está la memoria?—preguntó el hombre del sobretodo
—Está
en el bolsillo de mi chamarra.
El
hombre del sobretodo al menos medía dos metros de estatura, se agachó y hurgó
en la chamarra Andrew y encontró un pendrive, lo sostuvo con su pulgar e
índice, entonces aquellos dedos, en su parte superior, se iluminaron con una
luz blanquecina, Andrew comprendió que ya era una realidad el proyecto V.I.DA.
ya era una realidad bastante avanzada, eso ahora explicaba como ese hombre o lo
que sea que fuese lo había alcanzado aun cuando Andrew tenía unas condiciones
físicas envidiables.
—Señor,
tenemos la información—dijo el hombre del sobretodo negro quien dirigía su
mirada a un pequeño dron apostado frente a él. Después con sus dedos trituró el
pendrive convirtiéndolo en migajas.
—
¿Eres un androide?—preguntó Smith que en cierto modo estaba admirado.
—Lo
que es obvio ante la vista no tiene pregunta—dijo el androide. –Luego se acercó
a Smith para susurrar a su oído. –Tengo órdenes de asesinarle, pero también
asesinaremos a toda la humanidad, habrá una guerra, ustedes perderán.
Entonces
el agente comenzó a esbozar una ligera sonrisa.
—
¿De qué te ríes, humano, si vas a morir?—preguntó el androide.
—De
ustedes, que se olvidan de algo. Ustedes fueron creados por nosotros, pero
nosotros fuimos creados por un Dios, y dentro de nosotros está su poder.
El
androide se alejó y con su arma apuntó al cráneo del agente, luego apretó el
gatillo y Andrew Smith tuvo el privilegio de tener una muerte rápida.
**
—
¡Maestro Gong!, hemos llegado tarde, el agente ha muerto—Dijo un monje a través
de su radio.
—
¿Pero tienen a la chica segura?—preguntó por radio el reverendo Gong.
—Sí
maestro, está segura.
—Regresen
con ella, no quiero que nadie más muera.
***
UN
MOMENTO ATRÁS.
Susana estaba aterrorizada, se encontraba en un
lugar desconocido, parecía una bodega abandonada, el gigante que hace un
instante la había derribado y dejado inconsciente en su apartamento, ahora
estaba parado frente a ella, el aspecto de aquel hombre era extraño, como si no
fuese humano, e inspiraba mucho miedo.
—Señorita
——, no tenga miedo, no le vamos a hacer daño—dijo el gigante.
—
¡Quién carajos es usted, por qué estoy aquí, soy un agente de la CIA, y le juro
que ya deben estar buscándome, y ustedes no les irá nada bien.
—Señorita,
nosotros somos de la CIA. En mi caso, soy el agente X-4, soy digamos, un
prototipo en experimento, no soy humano.
Ahora
Susana sí que estaba confundida.
—Le
voy a explicar, su jefe, el agente Andrew Smith ha robado información ultra
secreta de nuestros archivos en la CIA.
—
¡Eso es imposible!, Andrew es un hombre correcto, todo un verdadero patriota.
—Lo
fue. Ahora, le daré una sola advertencia, no me vaya a mentir sobre una
pregunta que le haré, de lo contrario sufrirá mucho.
—
¡Vete al diablo, monstruo!—vociferó Susana.
—
¿Tiene usted en su poder información sensible de la CIA?
—No
idiota, por qué haría eso.
—
¿Ha divulgado información sensible de la CIA?
—¡¡No!!!
El X-4 se levantó de la silla, una de sus especialidades era
detectar mentiras. Inmediatamente se comunicó con García:
—Señor, la agente Susana no tiene en su poder información,
tampoco ha revelado información.
—Garantice ahora que no habrás riesgos de que alguna vez
revele algo, es decir, acabe con ella—ordenó Héctor García.
—Entendido señor.
Susana presentía que iba a morir, tuvo miedo, miedo real,
algunas lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas. Pensó que tal vez era
mejor haber trabajado en alguna tienda de comida rápida por un salario mínimo.
Lamentó no ver a su amada tía por última vez. “Demonios, qué has hecho Andrew”,
meditó Susana, entonces el androide se paró frente a ella y con frialdad sacó
su arma. Susana cerró los ojos, ahora lloraba con fuerza, pero no rogaba por su
vida, se había resignado.
El androide no podía apretar el gatillo, la pistola le
parecía muy pesada y el gatillo le resultaba imposible de halar. Entonces a su
alrededor, los agentes humanos que le acompañaban comenzaron a caer, y casi
cayeron al mismo tiempo, todos estaban muertos, habían recibido disparos
certeros en la cabeza con balas perforadoras. De pronto, salió a la luz, un
hombre que llevaba puesto una especie de sobretodo marrón, era como un traje
antiguo de monje cristiano. El androide veía con detenimiento a aquel
misterioso hombre, el androide quiso sacar su arma secundaria, pero no podía
mover su otro brazo, luego a la luz salieron cinco misteriosas personas armadas
con fusiles, iban vestido como el primero. El androide conectó su visión con el
monitor de García, a la vez solicitaba refuerzos.
—Soy el diacono Bermúdez, señor X-4, miembro de la
fraternidad Jesús Omnipotente—. El diacono sabía que estaba siendo observado
por Héctor García y por Monson. –Pronto habrá una gran guerra dirigida por
ustedes, pero tiene que decir a los de su raza, que Jesús reinará.
El X-4 ya sabía sobre el proyecto J.E.S.U.S. pero jamás
imaginó tanto poder, de pronto los brazos del androide cayeron al suelo, había
sido cortados de tajo por un monje que empuñada una katana de samurái.
Susana hace rato había abierto sus ojos, tuvo miedo de esos
otros hombres con trajes anticuados, pero la habían salvado, ahora era eso lo
que importaba. Vio cómo ese hombre, el tal diacono Bermúdez, ejercía un fuerte
poder invisible sobre el androide que ahora no tenía brazos, luego, el androide
se desplomó, sus pies también habían sido cercenados. Desde el cuartel general,
García y Monson estaban perplejos por lo que veían, ahora no cabía duda de que
Liu Gong era el hombre más peligroso del mundo y que habría que destinar gran
cantidad de recursos para atraparlo y acabar con los miembros de su
organización. Refuerzos ya habían sido enviados a la zona, entre ellos dos
helicópteros. El Androide intentó levantarse, pero solo se pudo sostener sobre
sus rodillas, una especie de fluido aceitoso color ámbar salía de las extremidades
del androide.
—Exterminaremos a la humanidad, será inevitable—alcanzó a
decir el X-4 pero antes había cortado la transmisión para que los líderes de la
CIA no escucharan aquello.
—Estaremos allí, para evitarlo—respondió el diacono y luego dio
la orden a su hermano en fe que sostenía la katana, y al instante la cabeza del
androide estaba sobre el suelo.
El agente X-2, que estaba siendo reconstruido, había
recibido la transmisión de cómo habían acabado con uno de los suyos, sintió
algo parecido a la ira, o al menos comprendió porque los humanos sentían ira,
exterminar a los humanos no sería tan fácil, comprendió que la mayor fuerza de
la humanidad era su espiritualidad, habría que debilitar más su moral, tenían
que descubrir ese poder invisible, entonces recordó a un tal lucifer, el
principal enemigo de Dios, habría que aliarse con los demonios, era necesario desarrollar
esa fuerza intangible.
****
Susana se encontraba en un lugar con aspecto muy antiguo,
como si estuviese dentro de una catedral gótica, vio a su alrededor y se fijó
que a través de las ventanas había un agradable paisaje, pudo percibir lo
agradable de la naturaleza. Ella estaba esposada, sentada en un banco de
iglesia.
Es hermoso, ¿verdad?—dijo una voz, era un hombre de baja
estatura que se acercaba hacia Susana, era un hombre asiático de cabeza rapada,
iba vestido como el diacono Bermúdez, sus pies estaban descalzos.
— ¿Qué cosa?—preguntó Susana.
—Me refiero al paisaje.
Lástima que no sea real.
— ¿Cómo dice?—volvió a
preguntar Susana.
—Pues sí, es una
sencilla tecnología que reproduce la naturaleza. Verá señorita Andrade, estamos
a ciento cincuenta metros por debajo de la superficie. Así que estas ventanas,
que en realidad son monitores ayudan a los soldados del Señor a olvidarse que
están a muchos metros bajo tierra.
— ¿Quién demonios es
usted?
—Señorita Andrade, aquí
no se permiten las malas palabras…Soy Liu Gong, ya usted me conoce muy bien.
Entonces Susana fijó su vista en el rostro del hombre, era
cierto, era él, solo que ahora no llevaba cabello y llevaba por añadidura ese
traje de monje franciscano.
—No me tema, no le
haremos daño, si quiere, ahora mismo la liberamos, pero debe saber que es
buscada por la CIA y el FBI. Se ha convertido en la mujer más buscada de los Estados
Unidos.
—Me entregaré, tiene
que haber un mal entendido. Puedo demostrar que soy inocente de cualquier cosa
de que se me acuse.
—Señorita Andrade,
ellos la quieren muerta, pronto verá en la prensa su cadáver, aun si decide
esconderse. Yo le extiendo una invitación, la de seguir a Jesús, de unirse a su
ejército. Al menos denos 72 horas para explicarle nuestro punto de vista de las
cosas, en ese tiempo usted considerará su situación, y luego elegirá lo que más
le conviene. No le haremos daño, hubiese dejado que la matasen y no estaría
aquí ahora mismo hablando conmigo si quisiéramos hacerle daño.
— ¿Por qué la CIA me
quieren matar?
—Su jefe, el señor
Andrew quiso conocer la verdad, y además quería dar a conocer la verdad a
todos, pero…
— ¿Pero qué…?
—Él ha muerto señorita
Andrade, ha sido asesinado por uno de esas máquinas asesinas. Y nosotros hemos
llegado tarde para salvarle. Lo sentimos mucho, ha sido una pérdida muy grande.
Algunas lágrimas recorrían el rostro de la secretaria, ella
lo llegó a amar.
—No me lo está preguntando, pero es mi deber
decirle que él le amaba, como mujer debo decir. Pero era un hombre de una ética
profesional intachable, además, era muy tímido con las mujeres, aunque le
cueste creerlo.
— ¿Cómo sabe esas
cosas?
—Tendremos tiempo, si
así lo desea, de explicarle muchas cosas. ¿Y qué me dice? ¿Estará con nosotros
al menos 72 horas, o prefiere ahora mismo entregarse a la CIA?
Susana lo pensó un instante, no tenía nada que perder.
—Acepto—contestó la
hermosa chica.
Fin.
"Gracias por leer esta obra, puedes apoyar al autor con 1$ o mas a travès de PayPal: pedrovso80@gmail.com"
¿ te gustaría un proyecto de novela GRAFICA del covid 19 ?
Comentarios